lunes, 25 de junio de 2012

EL ANILLO DE ORO


El anillo de oro

Juguete moral en un acto y en verso

Pedro Jesús Solas



PERSONAJES


                    
DOÑA LUISA, madre de

CLARA y

BENITA.

ROSALÍA, criada.

Varias niñas, amigas de Benita y Clara. [3]




 

Acto único

          






Jardín; a la izquierda una casa.







Escena I




DOÑA LUISA, sentada, haciendo crochet, en primer término. Hacia el centro, en segundo término, BENITA, CLARA y niñas jugando al corro.




NIÑAS
A Atocha va una niña



                        carabí



hija de un capitán



carabí-urí-urí urá, etc.



Que hermoso pelo tiene
5


                            carabí



quién se le peinará



carabí-urí-urí-urá, etc.


LUISA
¡Cómo la vida sonríe



a esta edad, y cuán dichosas
10


entre ilusiones fugaces



rápidas pasan las horas!



¡Bendita infancia, bendita!



¡Tus recuerdos no se borran



del alma que ve este mundo
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triste, de color de rosa!


NIÑAS





(Cantan otra estrofa, y al terminar se agrupan hablando animadamente entre sí, pero sin interrumpir el diálogo siguiente.) [4]







Escena II




DOÑA LUISA y ROSALÍA.




ROSALÍA        
(Preservando un estuche y un bolsillo.)



Señora, aquí está el estuche



y el bolsillo.


LUISA
                     ¡Qué buen día



van a pasar mis dos ángeles!



¡Ya verás, cuando les diga
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es para ellas, cuán alegres



van a ponerse mis niñas!


ROSALÍA
¡Pero un anillo tan sólo



para las dos!...


LUISA
                        ¡No te explicas



cómo han de quedar contentas!...
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Ahora verás, Rosalía.


ROSALÍA
¡Le querrán las dos!


LUISA
                                 Es claro.


ROSALÍA
¡Y una ha de ser la preferida!...


LUISA
Justamente.


ROSALÍA
                    ¡Pues entonces



la otra va a tener envidia!
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LUISA
¡No lo creas! Es preciso



sembrar la buena semilla



en sus corazones, ahora



que están en edad propicia;



que ahora es cuando una madre
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debe enseñar a sus hijas



lo que de mujeres deben



practicar. Si se descuida



esta obligación, mañana



será lección tardía;
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el árbol saldrá vicioso,



si de joven no se cuida.



Hoy que son mis cumpleaños [5]



quiero enseñar a esas niñas



lo que, cuando sean madres,
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podrán hacer ellas mismas.



Este anillo que tú juzgas



causa de celos y envidias,



premio ha de ser para aquella



que de él se muestre más digna.
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Ellas han de ser los jueces



que a la vencedora elijan;



ellas han de dar sus votos



a la mejor en justicia;



y así, al par que se divierten,
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aprenderán advertidas



a ser buenas y a hacer méritos



para gozar en la vida



dichas que sólo se logran



con la conciencia tranquila.
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Tú has de ver el resultado



de mi plan. ¡Clara! ¡Benita!



(Las llama.)








Escena III




Dichas, CLARA, BENITA y NIÑAS.




CLARA
¿Llamas, mamá?


BENITA
                            ¿Qué nos quieres?


LUISA
Hoy por ser mi cumpleaños



quiero, hijas de mis entrañas,
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una alhaja regalaros.



Ved este anillo.


CLARA
                          ¡Qué lindo!


BENITA
¡Qué precioso!


LUISA
                         Vuestro agrado



es prueba que al escogerle



acerté.


CLARA
           ¡Me gusta tanto,
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[6]

que diera por él mi comba,



mis muñecas y mi aro!


BENITA
¿Para quién es?


LUISA
                          Veremos



cuál le merece. He pensado



darle a la que me dé pruebas
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de más juicio...


CLARA
(Con alegría.)     ¡Yo le gano!


LUISA
A la que haga acción más digna



de premio. Para probaros,



tomad.





(Les da algunas monedas.)





              La que invertir sepa,



mejor el dinero, es claro
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que da muestras de más juicio.



Ahora, a hacer méritos.


BENITA
(A las niñas.)                ¡Vamos!



¡Veréis como soy juiciosa!


CLARA
¡Veréis con qué juicio gasto



el dinero!


ROSALÍA
(A DOÑA LUISA.)



                  Me parece
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que ninguna va a ganarlo



y que llorarán las dos.



¡Son niñas al fin y al cabo!


CLARA
¡Rosalía! ¡Toma! ¡Ven!


LUISA
Clara te llama.


BENITA
(A las niñas.)   ¿Jugamos?
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CLARA
(A ROSALÍA.) ¿Cómo ganar el anillo?



¡Ya sé, ven aquí, dejadnos!





(Habla en secreto con ROSALÍA.)




BENITA
¿Al escondite queréis?



¿O a la limón?


LUISA
                         ¡No cansaros!


BENITA
¡Mejor es al escondite!
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¡A echar suertes!


NIÑAS
                            ¡Vamos, vamos!





(Echan suertes y salen todas de la escena sin interrumpir el diálogo. La que se quede saldrá pasado un momento. Mucha animación.) [7]







Escena IV




DOÑA LUISA y ROSALÍA.




LUISA
Ten dispuesta la merienda



que tendrán luego apetito.


ROSALÍA
Hay que traer más pasteles.


LUISA
Cómpralos.


ROSALÍA
                    Voy ahora mismo.
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LUISA
¿Pusiste ya en las bandejas,



los dulces?


ROSALÍA
                   Todos.


LUISA
                               ¿Y el vino?


ROSALÍA
También, señora.


LUISA
                             ¿Has dejado



todo puesto?


ROSALÍA
                      Y todo limpio.



Sólo faltan ya los bollos.
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LUISA
Pues ve por ellos.





(Vase ROSALÍA.)





                                Los niños



todos lo miran y observan,



nada desapercibido



pasa para ellos, y es bueno



que en todo encuentren motivos
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para aprender lo que, padres,



han de enseñar a sus hijos.








Escena V




Dichas, CLARA y NIÑAS.




CLARA
¿Y Benita? (Pregunta a DOÑA LUISA.)


LUISA
                   ¡Con vosotras



fue a jugar!


CLARA
                   ¡Pues no parece! [8]



¡Se habrá escondido!


LUISA
                                   Buscadla.
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CLARA
Fue corriendo hacia la fuente;



ella gritó: ¡Marivenga!



Y luego... no, pues si cree



que vamos a estar buscándola



toda la tarde, se pierde
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de jugar; porque Conchita,



como es pequeña, no puede



correr, y siempre se queda,



y... ¡ya veréis cómo viene



en cuanto cantar nos oiga!
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LUISA
¡Loquilla! ¡Tú siempre tienes



el genio pronto y te enfadas!


CLARA
Eso no está bien. ¡Si siempre



hace lo mismo la tonta!



¡Vamos a jugar! (A las niñas.)


LUISA
                           Si viene,
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llamadme, para en seguida



merendar, que ya parece



hora.


CLARA
          ¡Sí, bueno! ¡Entretanto,



juguemos!


NIÑAS
                  ¡Sí, sí! ¡A ponerse!





(Vase DOÑA LUISA. Se forman en dos bandas las niñas y cantan «a la limón».)







Escena VI




Dichas, y luego BENITA y ROSALÍA.




CLARA
¡Mirad mi hermana! ¡Benita!
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¡Calle! ¡Pues viene llorando!





(Sale BENITA, triste, y en toda la escena se mantendrá con el mismo aspecto.)





¿Has llorado? ¿qué te pasa?



¿Te has hecho, dímelo, daño? [9]


BENITA
¡No, nada!


CLARA
                  Di, Rosalía...


ROSALÍA
¡Si lo ignoro!


CLARA
(Aparte.)         Ha hecho algo malo,
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y como ha perdido el premio.



(Llora.) ¡Anda, Benita, vamos,



dinos lo que tienes!


ROSALÍA
                                 ¡Dilo,



mujer, di qué te ha pasado!


BENITA
Nada...


CLARA
             Si mamá la encuentra
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así, pasará un mal rato.



¿Has hecho algo?


BENITA
                              No, no, ¡déjame!


CLARA
De fijo has hecho algo malo,



y porque mamá no sepa



la verdad, quieres callarlo.
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ROSALÍA
¿Pero no ha estado Benita



aquí, ahora mismo, jugando?


CLARA
Sí; pero se fue a esconder,



y después la hemos buscado



y no hemos dado con ella.
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ROSALÍA
¡Pues, hija, bonito paso!



¡Sólo falta que disgustes



a tu mamá!


CLARA
                   ¡Vaya, vamos



a merendar! Si no quiere



hablar, dejadla.





(Hace que se va.)




ROSALÍA
                            ¡Milagro
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era que pasase el día



sin lloriqueos ni enfados!


BENITA
¡No estoy enfadada! Ha sido...


ROSALÍA
Venid, que ya va a contárnoslo.


CLARA
Di la verdad.


BENITA
                       Si supieras...
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¡Me da vergüenza!...


CLARA
                                  ¡Algo malo



has hecho! ¡Se te conoce!... [10]


ROSALÍA
Mamá viene: ¡dejad paso!





(Las niñas se apartan para dejar paso a DOÑA LUISA.)







Escena VII




Dichas y DOÑA LUISA.




LUISA
¿No jugáis? ¿Pero qué es esto?



¿Lloras, Benita? ¿Qué causa
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te ha entristecido, hija mía?


CLARA
No ha querido decir nada,



pero ya sé yo que llora...



Y se avergüenza y se calla...


LUISA
¿Por qué?


CLARA
                 ¡Porque la he ganado
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el premio!


BENITA
                  ¡No es eso, Clara!


ROSALÍA
¡Pues di a mamá lo que tienes!


BENITA
Yo no, yo no tengo nada;



pero me ha dado tristeza



lo que he visto, y...


CLARA
                                ¡Habla, habla!
180

LUISA
Dejadla que ella nos cuente



lo que ha sido; ¡qué encarnada



te pones, querida mía!



¡No te dé vergüenza!





(La acaricia.)




BENITA
                                    Estaba



al escondite jugando,
185


y porque no me encontraran



fui a ocultarme tras las flores



que junto a la puerta se hallan.



Grité: ¡Marivenga!... Todas



corrieron gritando ¡Salva!...
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Fui a seguirlas... y al volverme



vi una pobre que a la entrada



del jardín, con una niña



en los brazos, se encontraba. [11]



-«Señorita, una limosna
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¡por Dios!», dijo la cuitada



con triste acento, regando



a la niña con sus lágrimas;



porque lloraba la pobre,



¡si vieras cómo lloraba!...
200


Vestidas con mil harapos



ella y la niña, descalzas,



tristes las dos... yo no pude



contenerme. Su desgracia



me afligió, y fuime a la verja
205


junto a ellas: ¡daban lástima!...



La niña tendió sus brazos



hacia mí; sus manos, flacas,



querían acariciarme,



y como ella no alcanzaba,
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abrí la verja y entraron



conmigo las desgraciadas.



-«¡Tiene hambre la pobrecita!»



Dijo su madre. En la cara



vi de la escasez las huellas.
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¡Si la vieras qué delgada!



Acordeme del dinero



que me diste: «¡A ellas les falta,



pensé, lo que a mí me sobra!»



Y aunque acordeme de Clara
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y del anillo, me dije:



-«¡No importa! Tenga mi hermana



el premio; ¡yo me contento



con enjugar estas lágrimas!...



Clara en mi lugar haría
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lo mismo ante la desgracia.»



¿No es cierto que tú también



harías lo que yo, Clara?


CLARA
(Abrazándola.)



¡Qué buena eres!


LUISA
                           ¡Sigue!


ROSALÍA
                                        ¡Sigue!


BENITA
La di yo el dinero, ufana,
230
[12]

y la pobre, de rodillas



a mis pies, exclamó: -«¡Gracias;



Dios la bendiga y aumente



riquezas que así consagra



al bien!» -Y la pobre niña
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con sus brazos me estrechaba



y besándome, inocente,



también me decía: «¡Gracias!...»



¡Si hubieras visto qué linda



era la niña!... Las lágrimas
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por mis mejillas rodaron...



Levanté a la desdichada,



besé a la niña y corriendo



vine a ver si te encontraba...



Pero no te hallé, y en tanto
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madre e hija se alejaban,



« ¡Gracias!» diciendo la madre.



La niña diciendo: ¡Gracias!...



Yo también se las di al cielo



y sentí un gozo en mi alma
250


que, en fuerza de ser tan grande,



no sé cómo le explicara.


CLARA
¡Dame un beso! ¡Qué buena eres!


LUISA
¡Ay, hijas de mis entrañas!



¡Qué feliz día me dais!
255


¡Dios os bendiga!


CLARA
(A su madre.)       ¡A mi hermana



debes premiar!


BENITA
                         ¡No! ¿Por qué?



¡Si esto no tiene importancia!


ROSALÍA
(Aparte.) Si todas fueran como estas,



¿quién en las niñas no hallara
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ángeles en vez de diablos,



como yo suelo llamarlas?


LUISA
¿Y en qué has empleado, dime



tú, el dinero?



(A CLARA.)


CLARA
(Bajando la cabeza.)



                      ¡Yo!... no, en nada. [13]



En bollos para esta tarde
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comerlos...


LUISA
                   De modo, Clara,



que tú en mi lugar, ¿qué harías



con esta sortija?


CLARA
                           Dársela



a Benita, que ha probado



ser tan buena.


ROSALÍA
                       ¡Así se habla!
270

LUISA
(A las niñas.) Y vosotras, ¿premiaríais



a Benita?


TODAS
                ¡Sí, sí!


LUISA
                           ¡Basta!



Toma, Benita, este anillo



que tu mamá te regala.



Recuérdate siempre ¡siempre!
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El amor que la desgracia



merece. Y vosotras, niñas,



no olvidéis estas palabras:



«Quien socorre al infortunio,



su propia ventura labra,
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que la caridad produce



inmenso placer al alma



que la abriga y en el cielo



digna recompensa halla.»


ROSALÍA
Ahora ¡a merendar!


BENITA
                                 Y dime,
285


mamá, ¿no darás a Clara



otro anillo?


LUISA
                   Sí, hija mía:



pero este es tuyo. Tu hermana



está contenta con verte



dueña de él. Póntele, y guarda
290


en tu memoria el recuerdo



de este día, y goza en calma



este galardón merecido



por tu amor a la desgracia. [14]



(Al público.)



La madre que cariñosa
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sabe halagar a la infancia



infundiéndola virtudes



que luego adornan su alma.



Al par que premia en sus hijos



el amor a la desgracia,
300


ella recoge otro premio,



porque abriga la esperanza



de ver a las buenas niñas



virtuosas madres mañana.






FIN


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