martes, 26 de junio de 2012

LOLA LA DE FRASQUITO


LOLA LA DE FRASQUITO

FALTA EL DIBUJO DEL POSIBLE ESCENARIO QUE COLGARÉ EN BREVE.

Esta obra, muy graciosa por cierto, la escribí el curso pasado 2.009-2.010 y la representaron en la fiesta de fin de curso los alumnos de 4º de mi colegio. C.I.P. Virgen de las Nieves de Granada.

COMPETENCIAS. - Bueno, de hecho se tratan cantidad de competencias. Se trata con sorna el tema de la igualdad de género y varias cosas más que espero descubráis.

VOVABULARIO. - Machista, calzoncillo, "miembra"...

DURACIÓN APROXIMADA. - Es de las más largas. Según el ritmo que cojan puede durar hasta 45 minutos.

DIFICULTAD. - Poca, yo la aconsejaría para niños de tercer ciclo de Primaria.

PERSONAJES:

PRESENTADOR. - Pues eso un niño que presente, yo suelo aprovechar aquellos que no se atreven a representar, los más tímidos, porque leyendo se sienten más seguros.

LOLA. - Niña con gracia, desenvoltura, salero..., ya me entendéis.

NARRADOR. - Lo mismo que para el presentador.

VECINA. - Niña normal.

FRASQUITO. - Niño tranquilo o con cierta gracia.

PRESENTADOR. - ¡Buenos días! Señoras y señores, profesoras y profesores, niños y niñas, miembros y miembras de este colegio los alumnos y alumnas tal curso vamos a representar una obra que se titula “Lola la de Frasquito”

LOLA. – ¡Alto ahí que esto yo no lo puedo tolerar! Yo no me llamo Lola, me llamo Dolores de Cuellar y Bustamante que no es lo mismo.

PRESENTADOR. – Vale y yo qué culpa tengo de eso.

LOLA. – Pues si tienes culpa porque eres un hombre y por lo tanto un machista.

PRESENTADOR. – Mire usted señora que yo pasaba por aquí y me dijeron que presentara esta obra de teatro y eso es lo que he hecho por lo tanto no tengo culpa de nada.

LOLA. – No si eso es lo que decís todos yo no tengo culpa de nada, yo pasaba por aquí, pero en realidad sois todos los hombres iguales unos inútiles y unos machistas.

PRESENTADOR. – Señora ¡que yo no soy un machista de esos!

LOLA. – Pues claro que lo es.

PRESENTADOR. – No lo soy o ¿es que no se ha enterado cuando he presentado este teatro que he dicho bien claro lo de miembros y miembras?

LOLA. – Si he oído lo de miembras pero usted ha dicho una cosa peor y mucho más grave.

PRESENTADOR. - ¿Y qué cosa es esa que he dicho? Además habrá sido sin querer.

LOLA. – No lo ha dicho sin querer, lo ha dicho bien claro y fuerte que iba a presentar la obra de teatro titulada Lola la de Frasquito.

PRESENTADOR. - ¿Y qué tiene eso de malo?

LOLA. – Tiene de malo que, mi vida es real, nada de teatro.

PRESENTADOR. –¿Entonces esto no es un escenario? ¿Y no se va a representar aquí una obra de teatro?

LOLA. – No, esto no es un escenario, es mi casa y además de un momento a otro va a entrar por esa puerta mi marido, así es que ¡hala! Ya se puede ir largando.

PRESENTADOR. - ¡Vale, vale, ya me voy!

(Sale el presentador y Lola se queda sola en el escenario, coge la escoba y se pone a barrer)

NARRADORA. – Esta es la historia de una mujer que como todas las mujeres del mundo no se sentía suficientemente valorada y comprendida.

LOLA. – Esto es el colmo mira que decir que esto es teatro. No me lo puedo creer.

VECINA. - ¿Qué es lo que no puedes creer?

LOLA. - ¡Qué susto me has dado! ¿Por dónde has entrado?

VECINA. – Por la puerta que da la causalidad que estaba abierta. ¿Qué te creías que había caído por la chimenea?

LOLA. – Mira no me hagas reír que no estoy para bromas.

VECINA. - ¿Qué te pasa?

LOLA. - Pues me pasa que al día siguiente de casarme con mi marido la gente ya no me llama Dolores sino la Lola de Frasquito.

VECINA. – Pues mira creo que ahí tienes razón en estar enfadada.

LOLA. – Pues claro que tengo razón yo, por mis apellidos procedo de una de las familias más importantes del mundo pero fue casarme y ahí se acabó todo.

VECINA. - ¿Y qué es lo que te pasó?

LOLA. – Pues que mi marido me encerró en esta casa y no hago otra cosa que barrer, planchar, fregar los platos y lavarle los calzoncillos al burro de mi marido.

VECINA. – Pues me parece muy injusto.

LOLA. – Pues claro que es injusto pero se va a acabar digo si se va a acabar, desde hoy mismo pienso rebelarme.

VECINA. - ¿Y contra quién piensas rebelarte?

LOLA. – Contra el borrico de mi marido que es el que tiene la culpa de todo.

VECINA. - ¿Y qué piensas hacer?

LOLA. – Pues he pensado que como mi marido es un machista yo me voy a hacer feminista.

VECINA. – Pero mujer ¿qué te hace tu marido para que te pongas así?

LOLA. – ¿Que qué me hace? Pues lo vas a ver. Dentro de poco aparecerá por esa puerta y sin darme un beso si quiera me dirá ¡Qué cansado vengo! Anda ponme una cervecita.

VECINA. – Mujer será que viene muy cansado y necesita descansar y tomarse una cervecita.

LOLA. – Eso es imposible.

VECINA. - ¿Por qué?

LOLA. – Porque es funcionario y lo único que hace en la oficina es leer el periódico.

LOLA. – Pero mira por ahí viene, vas a ver como es verdad lo que te he dicho.

NARRADORA. – En ese mismo momento entró el marido de Lola que venía del trabajo.

(Aparece el marido en el escenario y dice)

FRASQUITO. - ¡Qué cansado vengo! Anda ponme una cervecita.

LOLA. – ¿Te convences ahora? ¿Ves como es verdad? Y ahora se sentará en el sillón y me dirá: Quítame los zapatos y ponme las zapatillas.

VECINA. - ¿Eso hace?

LOLA. – Lo vas a ver.

FRASQUITO. – Lola, anda quítame los zapatos y ponme las zapatillas.

VECINA. – Desde luego tenías razón tu marido es un machista.

LOLA. – Si pero esto se va acabar ahora mismo.

VECINA. – ¿Le vas a echar una pelea?

LOLA. – No me voy a pelear, solo le voy a cantar las cuarenta en bastos.

VECINA. – Pues eso lo que yo decía que va a ver pelea y yo me voy no vaya a pillar algo.

(Se va la vecina)

LOLA. – (Dirigiéndose al público) A continuación mi marido me dirá: Lola pon la televisión y ráscame la espalda. Y se va a enterar ese digo que si se va a enterar.

FRASQUITO. – Anda Lola pon la televisión y ráscame la espalda que me pica.

LOLA. – No me da la gana.

MARIDO. – Pero bueno ¿qué mosca te ha picado? ¿A qué viene eso?

LOLA. – Viene a que me acaba de picar la mosca feminista y me ha dicho que tú y yo vamos a hablar ahora mismo de hombre a hombre.

FRASQUITO. – Eso no puede ser.

LOLA. - ¿Por qué?

FRASQUITO. – Porque en esta casa no hay más pantalones que los míos.

LOLA. – Con que si. Pues de ahora en adelante yo me voy a poner los pantalones todos los días.

FRASQUITO. – Bueno entonces habla ¿qué es lo que me tienes que decir?

LOLA. – Te tengo que decir que eres un machista.

FRASQUITO. – Pues vale y ¿qué más?

LOLA. – Que de hoy en adelante en esta casa se ha terminado lo de ser machista. Desde ahora vamos a compartir todas las tareas del hogar.

FRASQUITO. – Vale pues muy bien.

LOLA. – Yo hago unas cosas y tú otras. ¿De acuerdo?

FRASQUITO. – Bueno.

LOLA. –¿No protestas? ¿te parece bien?

FRASQUITO. – No me parece muy bien pero bueno.

LOLA. – Así me gusta pensaba yo que eras un machista y veo que a lo mejor la culpa la tenía yo por tenerte tan consentido.

FRASQUITO. – ¿Ya hemos terminado de hablar de hombre a hombre?

LOLA. – Si ya hemos terminado.

FRASQUITO. – Pues entonces venga sírveme la comida bien calentita, luego me pones la televisión y cuando termine de comer mientras tu friegas los platos yo me hecho una siestecita.

LOLA. – Pero bueno tendrás cara. ¿No hemos quedado que íbamos a compartir las tareas de la casa?

FRASQUITO. – Si claro.

LOLA. – Pues entonces vamos a poner la mesa entre los dos, tu pones los cubiertos y las servilletas y yo los platos, luego yo te sirvo la sopa y tu me pones un poquito de vino y al final yo traigo el postre.

FRASQUITO. – Mira Lola déjate de tonterías lo mejor será que tu pongas la comida como todos los días y luego yo si quieres te friego los platos.

LOLA. – Pues no me parece bien pero bueno por algo hay que empezar, vale.

(Hacen como que comen)

LOLA. - ¿No tienes nada que decir?

FRASQUITO. - ¿Y qué quieres que diga?

LOLA. – Quiero que me digas que te gusta mucho la comida que para eso he estado toda la mañana cocinando.

FRASQUITO. – Bueno.

LOLA. - ¿Qué significa bueno?

FRASQUITO. – Pues que no está mala.

LOLA. – Si dices que no está mala será porque te parece buena.

FRASQUITO. – Pues tampoco.

LOLA. – Ya estamos aclárate hijo que no hay quien te entienda.

FRASQUITO. – Pues eso que no está mala pero tampoco buena.

LOLA. – Tu lo que pasa es que nunca me dices nada bueno porque eres un machista.

FRASQUITO. - Ya empezamos otra vez con lo del machismo.

LOLA. – Bueno, ¿has terminado ya de comer?

FRASQUITO. – Si.

LOLA. – Pues entonces recoge la mesa y friega los platos.

FRASQUITO. – Mira lo he pensado mejor y creo que dejaré de ser machista mañana o la semana que viene.

LOLA. - ¿Entonces no piensas fregar los platos?

FRASQUITO. – No

LOLA. – Muy bien pues entonces yo me hago feminista y no pienso hacerte la comida, ni la cama, ni servirte una cervecita, ni rascarte la espalda ni nada de nada.

FRASQUITO. – Pues si tú ya no me vas a poner la cervecita cuando venga del trabajo, ni ponerme las zapatillas ni rascarme la espalda mi vida ya no tiene sentido y yo me muero.

LOLA. – ¿Qué tú te vas a morir? ¡No me lo puedo creer!

FRASQUITO. – Pues ahora mismo me muero, quita los platos que me voy a morir encima de la mesa.

LOLA. – Quítalos tú que yo me he hecho feminista y ya no te obedezco.

FRASQUITO. – Esto es el colmo, ¿quién le habrá metido en la cabeza esas ideas a mi mujer? Bueno pues yo quito los platos y ahora me muero.

(Quita los platos, se acuesta sobre la mesa y se hace el muerto)

FRASQUITO. – Ya estoy muerto, que lo sepas.

LOLA. - ¡Ja, ja, ja! Me río yo de este muerto.

FRASQUITO. – Pues no te rías que es verdad.

LOLA. – Si es verdad que estás muerto ¿por qué hablas? Los muertos no hablan.

FRASQUITO. – Es verdad. Pues ahora mismo me callo para siempre.

LOLA. – Vale pues yo ahora me pongo a cantar y a bailar de la alegría que me da de que te hayas muerto. (Se pone a cantar poropopo poroporopopero)

FRASQUITO. – ¿No te da vergüenza?

LOLA. - ¿De qué?

FRASQUITO. – De que se haya muerto tu marido y tú te pongas a cantar tan tranquila. Deberías ponerte a llorar.

LOLA. – Pues ya ves, no lloro y además me río. Además como no te callas pues no se me mete en la cabeza de que estás muerto.

FRASQUITO. – Es que siempre se me olvida de que me he muerto. Tengo muy mala memoria pero ahora ya me callo.

LOLA. – Lo que tú tienes es mucha cara.

FRASQUITO. – (Hace un gesto SSSSSSSSSSSSSS) No me tires de la lengua que estoy muerto.

LOLA. - ¿Vas a seguir muerto todo el día?

FRASQUITO. – Sí y deja de hablarme ya de una vez es que ya no puede uno ni morirse tranquilo.

LOLA. – Muy bien pues entonces voy a avisar al médico para que firme el certificado de defunción.

FRASQUITO. – (Hace un gesto de que lo deje en paz)

LOLA. – (Hace como que llama por teléfono) ¿Es usted el médico? Pues entonces haga el favor de venir a mi casa que se ha muerto mi marido.

(Sube el médico al escenario)

NARRADORA. – A los cinco minutos llegó el médico diciendo que tenía mucha prisa.

MÉDICO. - ¡Buenos días señora! Dígame donde está el muerto que yo tengo mucha prisa.

LOLA. – Está ahí sobre la mesa. Mírelo.

MÉDICO. – Un muerto sobre la mesa del comedor. ¡Qué raro! Dígame ¿qué le pasó? ¿De qué se ha muerto?

LOLA. – De nada. Solo dijo que se moría y se murió.

MÉDICO. – Le habrá dado un ataque al corazón, pero esto es muy raro, no tiene cara de muerto.

LOLA. – Pues eso digo yo pero lo he llamado para que certifique que está muerto.

MÉDICO. – Antes tengo que comprobarlo. Vamos a ver. (Le levanta un brazo y se le cae, le levanta una pierna y también se le cae) Si parece que está muerto. Voy a hacerle otra prueba. (Se acerca al oído del muerto y le dice)

¡Marrano, pedorro, cabezón!

(El muerto no dice nada)

Si, parece que está muerto de verdad. Voy a firmar el certificado de defunción. Tenga usted. Son cien euros.

LOLA. - ¡Que caro! ¿Tanto cuesta morirse?

MÉDICO. – Si señora que se ha puesto muy cara la vida y también la muerte.

LOLA. – Pues tenga usted. ( Le da el dinero y se despide el médico)

MÉDICO. - ¡Adiós! Señora le doy mi más sentido pésame!

NARRADORA. – Cuando se fue el médico Lola intentó de nuevo convencer a su marido para que dejara de hacerse el muerto.

LOLA. – Mira lo que has hecho, cabezón que eres un cabezón, tu muerte me ha costado ya cien euros. Deja ya de hacer el tonto y ponte a fregar los platos.

FRASQUITO. – De eso nada prefiero seguir muerto.

LOLA. – Mira que aviso a la funeraria.

FRASQUITO. – Pues avísala, me da lo mismo.

LOLA. – Ahora mismo aviso a los de la funeraria voy a llamar por teléfono. (Hace como que llama por teléfono) ¿Es ahí la funeraria? Pues entonces vengan a mi casa que tengo un muerto y lo tienen que llevar al cementerio.

(Viene el de la funeraria)

NARRADORA. – A los pocos minutos llegó el funerario para tomar nota de todos los detalles para el funeral.

FUNERARIO. - ¡Buenos días señora! Soy de la funeraria “El muerto alegre” ¿Dónde está el muerto?

LOLA. – Está aquí sobre la mesa. Mírelo.

(El de la funeraria examina al muerto)

FUNERARIO. – Vaya es la primera vez que veo un muerto en la mesa del comedor. ¿Cómo fue eso?

LOLA. – Pues nada que le entró prisa por morirse y se murió aquí en la mesa que no quiso ni meterse en la cama.

FUNERARIO. - El caso es que tampoco tiene mucha cara de muerto. ¿De qué murió?

LOLA. – De nada. Se encabezonó que quería morirse y se murió tal cual.

FUNERARIO. – Hay que ser cabezón y tonto de capirote pero bueno allá él. Vamos al asunto. ¿Cómo quiere el ataúd?

LOLA. – El más barato que tenga.

FUNERARIO. – Entonces uno de cartón ¿Quiere que le pongamos alguna corona de flores?

LOLA. – Ninguna. Solo quiero que le pongan un letrero encima del ataúd.

FUNERARIO. - ¿Y qué quiere que pongamos en el letrero?

LOLA. – Quiero que pongan. “Murió por machista y por no querer fregar los platos”

FUNERARIO. – Muy bien señora. Otra cosa. ¿Qué coche fúnebre quiere que le mandemos? Una limusina, un mercedes, un seiscientos…

LOLA. – Quiero lo más barato que tengan.

FUNERARIO. – Lo más barato que tenemos es una carretilla pero es chica y se le salen las piernas fuera al muerto.

LOLA. – Es igual él no se entera de nada, mándeme la carretilla.

FUNERARIO. – Bueno señora, dentro de un momento recibirá usted el pedido y vendremos a llevarnos al muerto. Reciba usted mi más sentido pésame. ¡Adiós!

(Sale del escenario el funerario)

NARRADORA. – Cuando se fue el funerario Frasquito se volvió a pelear con su mujer.

FRASQUITO. - ¿No te da vergüenza?

LOLA. - ¿De qué?

FRASQUITO. – De encargar una carretilla para que me lleven al cementerio. Creo que me merezco por lo menos un mercedes.

LOLA. – Me da la misma vergüenza que te da a ti morirte por no fregar los platos.

FRASQUITO. – Toda la vida trabajando para que te lleven al cementerio en una carretilla, a esto no hay derecho.

LOLA. – Pues no te mueras y así no tendrán que llevarte en la carretilla.

FRASQUITO. – ¿Si resucito tendré que fregar los platos?

LOLA. – Pues claro. Eso lo primero y luego me tendrás que ayudar a limpiar la casa, poner la lavadora y planchar la ropa que es lo que más me cuesta.

FRASQUITO. – Calla, calla, no sigas prefiero seguir muerto.

NARRADORA. – En este preciso momento llamaron a la puerta, eran dos hombres amigos de Frasquito que se habían enterado de que se había muerto y venían a darle el pésame a la viuda.

AMIGO I. – Buenos días Lola nos hemos enterado que Frasquito se ha muerto y hemos venido a darte el pésame.

LOLA. – Muchas gracias por venir.

AMIGO II. – ¿Podemos ver a Frasquito?

LOLA. – Si pasad, está aquí encima de la mesa.

AMIGO I. - ¿Y por qué está aquí encima de la mesa?

LOLA. – Porque le entró tanta prisa por morirse que no quiso irse a la cama.

AMIGO II. – ¿Y de qué enfermedad murió?

LOLA. – De ninguna dijo que se moría y se murió.

AMIGO I. - No me extraña nada Frasquito siempre fue un caprichoso y un cabezón.

LOLA. – Si y además un machista.

AMIGO II. – Tienes razón, Lola, no te de pena porque no has perdido gran cosa, lo entierras y te casas con otro y ya está.

LOLA. Pues eso digo yo que a rey muerto rey puesto. En cuanto lo entierre esta tarde me voy a la discoteca.

AMIGO I. – Muy bien dicho, si quieres vamos contigo y celebramos el acontecimiento.

AMIGO II. – Eso y que Frasquito se fastidie y que se muera de envidia si quiere.

LOLA. – Bueno pues entonces hasta luego, nos vemos a las doce en la discoteca.

AMIGOS. – ¡Adiós!

NARRADORA. – Un minuto después vinieron a ver a Lola dos amigas de toda la vida.

AMIGA I. - ¡Hola Lola! Mira que nos hemos enterado de lo que le ha pasado a tu marido y hemos venido a darte la enhorabuena.

LOLA. – Querréis decir el pésame.

AMIGA II. – No, queremos decir la enhorabuena, que nosotras sabíamos como era tu marido y ahora te vas a quedar como el perro al que le quitan las pulgas.

LOLA. – Pues si amigas, es verdad, estoy loca de contenta. Como que lo tengo aquí muerto y no me entran ganas de llorar ni nada.

AMIGA I. – Pues claro y además ahora tendrás tiempo para venirte con nosotras a marujear por ahí.

AMIGA II. – Eso, si quieres esta misma tarde nos vamos de compras las tres al Corte Inglés.

LOLA. – No puedo, me tengo que quedar para llorar un poquito durante el entierro.

AMIGA I. - ¡Qué dices! Este no se merece ni que lo llores un segundo ya se encargarán de enterrarlo los de la funeraria.

AMIGA II. – Eso, tu te vienes con nosotras y lo dejas ahí solo.

LOLA. – Pues tenéis razón me voy con vosotras, esperarme ahí fuera en la calle que me voy a poner los zapatos de tacón y a pintarme los labios.

(Salen las amigas de Lola)

NARRADORA. – A estas alturas el muerto ya se estaba preocupando un poco.

FRASQUITO. – Lola, ven aquí, ¿qué es eso que estoy oyendo de que te vas con tus amigas al Corte Inglés?

LOLA. – Pues la verdad, que ahora me voy al Corte Inglés y después a la discoteca con tus amigos.

FRASQUITO. - ¿Y no vas a venir a mi entierro?

LOLA. – No porque no te lo mereces por machista y por cabezón.

FRASQUITO. – Desde luego si no lo veo no lo creo.

LOLA. – Pues si no te gusta todavía estás a tiempo, resucitas, friegas los platos y en paz.

FRASQUITO. – Pues no quiero fregar los platos.

LOLA. – Pues entonces a callar.

NARRADORA. – En este momento llegaron los padres de Lola.

FRASQUITO. – Lo que me faltaba, ahora vienen mis suegros.

SUEGRA. – Hija mía que nos hemos enterado que se ha muerto el cabezón de tu marido y hemos venido corriendo.

SUEGRO. – Si y hemos traído una botella de champán para celebrarlo, ¿Estarás contenta de que por fin vuelves a estar soltera, no?

LOLA. – Si claro.

SUEGRA. – Y como dice tu padre, no has perdido nada, porque además creo que Frasquito era un machista.

LOLA. – Si, era un machista y se ha muerto porque no ha querido fregar los platos.

SUEGRO. – Pues ahora que está muerto y no se entera voy a tirarle de las orejas que tenía yo ganas desde hace mucho tiempo.

SUEGRA. – Y yo voy a decirle cuatro cosas que también tenía ganas de decirle.

FRASQUITO. - ¡Alto ahí! Ustedes ni me tiran de las orejas ni me van a decir nada.

SUEGRO. – Pero bueno, ¿no estabas muerto?

FRASQUITO. – Estaba pero acabo de resucitar.

SUEGRA. – Pues vaya mala suerte, vámonos a nuestra casa, se acabó la fiesta.

LOLA. - ¡Un momento! No os vayáis todavía. Esto tiene que aclararse.

SUEGRO. – Qué es lo que se va a aclarar ¿si tu marido ya no está muerto?

LOLA. – Quiero hacerle una pregunta.

FRASQUITO. - ¿Qué me quieres preguntar?

LOLA. - ¿Vas a dejar de ser machista y vas a fregar los platos?

FRASQUITO. – Si y además te voy a ayudar en todas las demás tareas.

LOLA. – Muy bien así me gusta y ahora para celebrarlo tu y yo nos vamos al cine.

FRASQUITO. – Y además le diré a todos que te llamen Dolores de Cuellar y Bustamente en vez de Lola la de Frasquito.

LOLA. – Pues hala vámonos todos y colorín colorado el teatro ha terminado.



FIN
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NARRADORA. - Alzó la vara el comisario para dar a Pasamonte un castigo en respuesta a sus amenazas; mas D. Quijote se puso en medio y ...
DON QUIJOTE. - De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer, no os dan mucho gusto, y que vais a ellas muy de mala gana, quiero rogar a estos señores guardas que sean servidos de desataros y dejaros ir en paz.
GUARDIA II. - ¡Donosa majadería! ¡Mira con lo que ha salido al cabo el rato! Que soltemos a los que van presos. ¡Váyase señor su camino adelante y no ande buscando tres pies al gato!
NARRADORA. - Oyendo estas palabras Don Quijote se enfadó tanto que arremetió al guardia que las había dicho.
DON QUIJOTE. - Vos sois el gato, el rato y el bellaco. Toma (Le da con la lanza)
GUARDIA II. - ¡Ay mi cabeza! ¡Guardas, venid a mí, socorredme!
NARRADORA. - Los otros guardias vinieron corriendo a socorrerlo abandonando el cuidado de los presos lo que aprovecharon estos para soltarse ellos y soltar a Ginés de Pasamonte, el cual viéndose libre tomó la escopeta de uno de los guardas y apuntando a unos y señalando a otros, sin dispararla los hizo huir a todos quedando así todos libres en el campo.
GALEOTE I . - ¡Viva, libres somos!
GALEOTE II. - Huyamos y escondámonos en la espesura de la sierra.
GALEOTE III. No mejor será que nos separemos y nos vayamos cada uno por su lado.
DON QUIJOTE. - Un momento. ¡Cállense todos! ¡Párense todos y escuchen lo que he de decirles.
NARRADORA. - Ante las voces dadas por Don Quijote todos se quedaron en silencio y lo escucharon.
DON QUIJOTE. - De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben. Es mi voluntad que cargados con esas cadenas que quité de vuestros cuellos vayáis a la ciudad del Toboso y os presentéis ante la señora Dulcinea del Toboso y le contéis punto por punto los favores que de mí habéis recibido.
NARRADORA. - Al punto Ginés de Pasamonte tomó el mando del grupo de presos y contestó a don Quijote.
QUINTO GALEOTE. - Lo que vuestra merced nos manda es imposible de toda imposibilidad cumplirlo, porque si vamos juntos por los caminos y con las cadenas como vuestra merced dice pronto echarían de ver que éramos fugitivos y volverían a cogernos presos. Dese por contento con dos o tres padresnuestros y avemarías que nosotros rezaremos y en paz.
DON QUIJOTE. - Pues cómo en paz. ¡voto a tal! que habéis de ir como os he dicho y además vos con el rabo entre las piernas y toda la cadena a cuestas.
NARRADORA. - Oído esto Ginés de Pasamonte hizo señas a los demás y comenzaron a apedrear a D. Quijote dejándole malherido.
GALEOTE V. - Está loco y nosotros no vamos a ir al Toboso ¡Apedrearlo!
GALEOTE I. - Eso es. No vamos a ir a ningún sitio. Toma una pedrá de recuerdo. (Le tira una bola de papel como si fuera una piedra)
GALEOTE II. - Y esta otra por mí. (Le tira otra piedra)
GALEOTE III. - Sí. Toma y esta por Dulcinea. (Le tira otra piedra)
(Todos le tiran piedras y le dan voces)
GALEOTES. - Toma que estas más loco que una cabra. Toma por mentecato. etc
NARRADORA. - y así fue que llovieron sobre ellos tantas piedras y guijarros que solos quedaron jumento y Rocinante, Sancho y Don Quijote. Rocinante tendido junto a su amo, que también había caído de otra pedrada. Sancho en pelota puesto que le habían robado los pantalones y D. Quijote mosqueadísimo de verse tan mal parado por los mismos a quien tanto bien había hecho.
FIN







LA AVENTURA DE LOS REBAÑOS
LA AVENTURA DE LOS REBAÑOS
DECORACIÓN DEL ESCENARIO.
Se puede decorar el frontal del escenario con un mural grande de papel continuo en el que aparezcan dos rebaños de ovejas situados en sendas colinas como si fueran avanzando uno hacia el otro.
Los niños que hacen de pastores se pueden colocar al lado del mural como si formaran parte del dibujo.
PERSONAJES:
D. QUIJOTE. - Niño alto y delgado disfrazado de Quijote
SANCHO PANZA. - Niño bajo y gordito disfrazado de Sancho.
TRES PASTORES. - Niños disfrazados de pastores parecidos a los pastorcillos de navidad. Con zamarras, zurrones, sombreros cayados etc.
OVEJAS. - Cuatro o cinco niñas disfrazadas de ovejas.
DURACIÓN APROXIMADA. Quince minutos.
ACTO I
En estas iban don Quijote y Sancho conversando amigablemente, Caballeros los dos de sus respectivas cabalgaduras cuando D. Quijote vio que que por delante de ellos y hacia la mano derecha se movía una gran polvareda y en viéndola se volvió a Sancho y le dijo:
DON QUIJOTE. - Te digo Sancho que este será el día en que se verá el valor de mi brazo.
SANCHO. - ¿Por qué dice eso vuestra merced?
DON QUIJOTE. - ¿Acaso no ves esa nube de polvo que se mueve por allí?
SANCHO. - ¿No he de verla? Claro que la veo.
DON QUIJOTE. - Pues has de saber que esa nube de polvo está ocasionada por un poderosísimo ejército que sin duda está presto a la batalla.
SANCHO. - Pues digo yo que en ese caso deben ser dos los ejércitos pues por este otro lado se deja ver otra nube de polvo más.
NARRADORA. - Se fijó D. Quijote por donde le decía Sancho y efectivamente comprobó que otra gran nube de polvo se acercaba en dirección a la primera y dijo:
DON QUIJOTE. - (Hace gestos de que ve las dos nubes de polvo señalando hacia los dos lados) - Dices bien amigo Sancho. Dos son los ejércitos que a lo que veo se han de enfrentar en descomunal batalla.
NARRADORA. - Así que la polvareda se fue aclarando Sancho se dio cuenta que lo que había causado tanto polvo eran dos rebaños de ovejas que venían andando uno hacia el otro y así se lo hizo saber a su amo D. Quijote.
SANCHO. - Repare vuestra merced que lo que levanta la polvareda no son ejércitos sino rebaños.
(Los niños que hacen de ovejas empiezan a balar, los que hacen de pastores dan voces a las ovejas y los que hacen de perros ladran. Se forma un tumulto de gritos, balidos y ladridos)
DON QUIJOTE. - ¿Qué rebaños dices? Acaso no oyes los gritos de los soldados. (Se calla y hace señas a Sancho para que escuche. Los que hacen de ovejas balan) ¿Lo oyes ahora? ¿Y las arengas y órdenes de sus capitanes y jefes? (Se calla y hace lo mismo que antes. Ahora los pastores dan voces a las ovejas)
PASTOR I. - ¡Oveja merina no te salgas del camino!
PASTOR II. - Ríaa oveja.
PASTOR III. - Ría carnero.
PASTOR. I. - Detén tus ovejas que se van a juntar con las mías.
SANCHO. - Pues yo le digo señor que no oigo otra cosa que a pastores dando voces a sus ovejas.
DON QUIJOTE. - Sin duda amigo Sancho el miedo te turba los sentidos y te hace ver y oir cosas que en nada se parecen a la realidad.
SANCHO. - No se yo si será eso así.
DON QUIJOTE. - Acaso no ves allí al valeroso Supermán el que volaba como pájaro y con solo una mano detenía rayos y centellas.
SANCHO PANZA. - Pues no veo sino un carnero.
DON QUIJOTE. - Y por aquesta otra parte no distingues al valeroso hombre Araña colgando de sus hilos y avanzando ya dispuesto a la lucha.
SANCHO PANZA. - Hombre Araña decís pues yo no veo otra cosa que un pastor al lado de su perro.
DON QUIJOTE. - Y por el otro ejército ¿Acaso no vislumbras las barbas del malísimo Bin Laden odiado y temido de todos?
SANCHO PANZA. -
DON QUIJOTE. - Tantas ganas tengo de entrar en batalla que aunque veo por allí muchos cientos de famosos y esforzados caballeros doy por terminado su nombramiento y ya me apresuro a entrar en combate. Pues se que este será un gran día y estos caballeros presto conocerán el valor de mi brazo.
NARRADORA. - Viendo Sancho que ya era de todo punto imposible convencerlo de que lo que iba a atacar no eran ejércitos sino rebaños. Resignose al destino hízose a un lado y dejole marchar no sin antes advertirle por última vez.
SANCHO PANZA. - Vuelva aca desdichado de mí y de la madre que me parió. Vuelva y mire que no son gigantes ni Supermanes ni Binladen ni nada que se le parezca sino ovejas y carneros.
DON QUIJOTE. - Allá voy. Caballeros que seguís bajo la bandera del valeroso Supermán del arremangado brazo. Seguidme todos veréis como os ayudo a derrotar a vuestros enemigos.
NARRADORA. - Y diciendo esto se adentró en medio de los rebaños dando lanzadas por aquí y por alla con tanta fuerza que al momento dejó en el campo no menos de siete ovejas muertas. Los pastores le daban voces diciendo que no hiciera eso pero de nada servían sus palabras.
PASTOR I. - ¿Pero qué hace vuestra merced? ¿es que se ha vuelto loco?
PASTOR II. - ¡Deja las ovejas desgraciao! ¡Que me vas a buscar la ruina!
PASTOR III. -¡Para! ¡Detente! ¡Vamos a tirarle piedras que nos mata todas las ovejas!
DON QUIJOTE. - ¡Malandrines! No huyáis que un solo caballero os derrotará a todos.
NARRADORA. - Los pastores al ver que no hacía caso comenzaron a tirarle piedras hasta que consiguieron tirarlo del caballo.
(Los pastores le tiran bolas de papel como si fueran piedras)
PASTOR I. - Toma esta pedrá.
PASTOR II. - A ver si te gusta esta peladilla.
DON QUIJOTE. - ¡Ay mis costillas! ¡Muerto soy voy a tomar un poco de medicina milagrosa.
PASTOR III. - Toma en toda la boca.
DON QUIJOTE. - (Cayéndose al suelo) ¡Ay mis dientes! Por lo menos me ha arrancao tres o cuatro.
NARRADORA. - Y era verdad aquella pedrada que le había dado en la boca le había arrancado tres dientes y cuatro muelas. Acudió Sancho y le ayudó a levantarse.
SANCHO PANZA. - ¿No le dije a vuestra merced veinte veces que no eran ejércitos sino rebaños?
DON QUIJOTE. - Calla Sancho. Todo esto es obra de aquel sabio enemigo mío que envidioso de la fama que yo iba a coger ha convertido a los ejércitos en rebaños.
SANCHO PANZA. - No sé, no sé.
DON QUIJOTE. - Es verdad lo que yo te digo y si quieres convencerte solo tienes que ir detrás de ellos y esconderte detrás de aquella colina y verás como de aquí a un rato otra vez se vuelven a convertir en ejércitos.

FIN

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