LOLA LA DE FRASQUITO
FALTA EL DIBUJO DEL POSIBLE ESCENARIO QUE
COLGARÉ EN BREVE.
Esta obra, muy graciosa por cierto, la
escribí el curso pasado 2.009-2.010 y la representaron en la fiesta de fin de
curso los alumnos de 4º de mi colegio. C.I.P. Virgen de las Nieves de Granada.
COMPETENCIAS. - Bueno, de hecho se tratan
cantidad de competencias. Se trata con sorna el tema de la igualdad de género y
varias cosas más que espero descubráis.
VOVABULARIO. - Machista, calzoncillo,
"miembra"...
DURACIÓN APROXIMADA. - Es de las más
largas. Según el ritmo que cojan puede durar hasta 45 minutos.
DIFICULTAD. - Poca, yo la aconsejaría para
niños de tercer ciclo de Primaria.
PERSONAJES:
PRESENTADOR. - Pues eso un niño que
presente, yo suelo aprovechar aquellos que no se atreven a representar, los más
tímidos, porque leyendo se sienten más seguros.
LOLA. - Niña con gracia, desenvoltura,
salero..., ya me entendéis.
NARRADOR. - Lo mismo que para el
presentador.
VECINA. - Niña normal.
FRASQUITO. - Niño tranquilo o con cierta
gracia.
PRESENTADOR. - ¡Buenos días! Señoras y
señores, profesoras y profesores, niños y niñas, miembros y miembras de este
colegio los alumnos y alumnas tal curso vamos a representar una obra que se
titula “Lola la de Frasquito”
LOLA. – ¡Alto ahí que esto yo no lo puedo
tolerar! Yo no me llamo Lola, me llamo Dolores de Cuellar y Bustamante que no
es lo mismo.
PRESENTADOR. – Vale y yo qué culpa tengo de
eso.
LOLA. – Pues si tienes culpa porque eres un
hombre y por lo tanto un machista.
PRESENTADOR. – Mire usted señora que yo
pasaba por aquí y me dijeron que presentara esta obra de teatro y eso es lo que
he hecho por lo tanto no tengo culpa de nada.
LOLA. – No si eso es lo que decís todos yo
no tengo culpa de nada, yo pasaba por aquí, pero en realidad sois todos los
hombres iguales unos inútiles y unos machistas.
PRESENTADOR. – Señora ¡que yo no soy un
machista de esos!
LOLA. – Pues claro que lo es.
PRESENTADOR. – No lo soy o ¿es que no se ha
enterado cuando he presentado este teatro que he dicho bien claro lo de
miembros y miembras?
LOLA. – Si he oído lo de miembras pero
usted ha dicho una cosa peor y mucho más grave.
PRESENTADOR. - ¿Y qué cosa es esa que he
dicho? Además habrá sido sin querer.
LOLA. – No lo ha dicho sin querer, lo ha
dicho bien claro y fuerte que iba a presentar la obra de teatro titulada Lola
la de Frasquito.
PRESENTADOR. - ¿Y qué tiene eso de malo?
LOLA. – Tiene de malo que, mi vida es real,
nada de teatro.
PRESENTADOR. –¿Entonces esto no es un
escenario? ¿Y no se va a representar aquí una obra de teatro?
LOLA. – No, esto no es un escenario, es mi
casa y además de un momento a otro va a entrar por esa puerta mi marido, así es
que ¡hala! Ya se puede ir largando.
PRESENTADOR. - ¡Vale, vale, ya me voy!
(Sale el presentador y Lola se queda sola
en el escenario, coge la escoba y se pone a barrer)
NARRADORA. – Esta es la historia de una
mujer que como todas las mujeres del mundo no se sentía suficientemente
valorada y comprendida.
LOLA. – Esto es el colmo mira que decir que
esto es teatro. No me lo puedo creer.
VECINA. - ¿Qué es lo que no puedes creer?
LOLA. - ¡Qué susto me has dado! ¿Por dónde
has entrado?
VECINA. – Por la puerta que da la
causalidad que estaba abierta. ¿Qué te creías que había caído por la chimenea?
LOLA. – Mira no me hagas reír que no estoy
para bromas.
VECINA. - ¿Qué te pasa?
LOLA. - Pues me pasa que al día siguiente
de casarme con mi marido la gente ya no me llama Dolores sino la Lola de Frasquito.
VECINA. – Pues mira creo que ahí tienes
razón en estar enfadada.
LOLA. – Pues claro que tengo razón yo, por
mis apellidos procedo de una de las familias más importantes del mundo pero fue
casarme y ahí se acabó todo.
VECINA. - ¿Y qué es lo que te pasó?
LOLA. – Pues que mi marido me encerró en
esta casa y no hago otra cosa que barrer, planchar, fregar los platos y lavarle
los calzoncillos al burro de mi marido.
VECINA. – Pues me parece muy injusto.
LOLA. – Pues claro que es injusto pero se
va a acabar digo si se va a acabar, desde hoy mismo pienso rebelarme.
VECINA. - ¿Y contra quién piensas
rebelarte?
LOLA. – Contra el borrico de mi marido que
es el que tiene la culpa de todo.
VECINA. - ¿Y qué piensas hacer?
LOLA. – Pues he pensado que como mi marido
es un machista yo me voy a hacer feminista.
VECINA. – Pero mujer ¿qué te hace tu marido
para que te pongas así?
LOLA. – ¿Que qué me hace? Pues lo vas a
ver. Dentro de poco aparecerá por esa puerta y sin darme un beso si quiera me
dirá ¡Qué cansado vengo! Anda ponme una cervecita.
VECINA. – Mujer será que viene muy cansado
y necesita descansar y tomarse una cervecita.
LOLA. – Eso es imposible.
VECINA. - ¿Por qué?
LOLA. – Porque es funcionario y lo único
que hace en la oficina es leer el periódico.
LOLA. – Pero mira por ahí viene, vas a ver
como es verdad lo que te he dicho.
NARRADORA. – En ese mismo momento entró el
marido de Lola que venía del trabajo.
(Aparece el marido en el escenario y dice)
FRASQUITO. - ¡Qué cansado vengo! Anda ponme
una cervecita.
LOLA. – ¿Te convences ahora? ¿Ves como es
verdad? Y ahora se sentará en el sillón y me dirá: Quítame los zapatos y ponme
las zapatillas.
VECINA. - ¿Eso hace?
LOLA. – Lo vas a ver.
FRASQUITO. – Lola, anda quítame los zapatos
y ponme las zapatillas.
VECINA. – Desde luego tenías razón tu
marido es un machista.
LOLA. – Si pero esto se va acabar ahora
mismo.
VECINA. – ¿Le vas a echar una pelea?
LOLA. – No me voy a pelear, solo le voy a
cantar las cuarenta en bastos.
VECINA. – Pues eso lo que yo decía que va a
ver pelea y yo me voy no vaya a pillar algo.
(Se va la vecina)
LOLA. – (Dirigiéndose al público) A
continuación mi marido me dirá: Lola pon la televisión y ráscame la espalda. Y
se va a enterar ese digo que si se va a enterar.
FRASQUITO. – Anda Lola pon la televisión y
ráscame la espalda que me pica.
LOLA. – No me da la gana.
MARIDO. – Pero bueno ¿qué mosca te ha
picado? ¿A qué viene eso?
LOLA. – Viene a que me acaba de picar la
mosca feminista y me ha dicho que tú y yo vamos a hablar ahora mismo de hombre
a hombre.
FRASQUITO. – Eso no puede ser.
LOLA. - ¿Por qué?
FRASQUITO. – Porque en esta casa no hay más
pantalones que los míos.
LOLA. – Con que si. Pues de ahora en
adelante yo me voy a poner los pantalones todos los días.
FRASQUITO. – Bueno entonces habla ¿qué es
lo que me tienes que decir?
LOLA. – Te tengo que decir que eres un
machista.
FRASQUITO. – Pues vale y ¿qué más?
LOLA. – Que de hoy en adelante en esta casa
se ha terminado lo de ser machista. Desde ahora vamos a compartir todas las
tareas del hogar.
FRASQUITO. – Vale pues muy bien.
LOLA. – Yo hago unas cosas y tú otras. ¿De
acuerdo?
FRASQUITO. – Bueno.
LOLA. –¿No protestas? ¿te parece bien?
FRASQUITO. – No me parece muy bien pero
bueno.
LOLA. – Así me gusta pensaba yo que eras un
machista y veo que a lo mejor la culpa la tenía yo por tenerte tan consentido.
FRASQUITO. – ¿Ya hemos terminado de hablar
de hombre a hombre?
LOLA. – Si ya hemos terminado.
FRASQUITO. – Pues entonces venga sírveme la
comida bien calentita, luego me pones la televisión y cuando termine de comer
mientras tu friegas los platos yo me hecho una siestecita.
LOLA. – Pero bueno tendrás cara. ¿No hemos
quedado que íbamos a compartir las tareas de la casa?
FRASQUITO. – Si claro.
LOLA. – Pues entonces vamos a poner la mesa
entre los dos, tu pones los cubiertos y las servilletas y yo los platos, luego
yo te sirvo la sopa y tu me pones un poquito de vino y al final yo traigo el
postre.
FRASQUITO. – Mira Lola déjate de tonterías
lo mejor será que tu pongas la comida como todos los días y luego yo si quieres
te friego los platos.
LOLA. – Pues no me parece bien pero bueno
por algo hay que empezar, vale.
(Hacen como que comen)
LOLA. - ¿No tienes nada que decir?
FRASQUITO. - ¿Y qué quieres que diga?
LOLA. – Quiero que me digas que te gusta
mucho la comida que para eso he estado toda la mañana cocinando.
FRASQUITO. – Bueno.
LOLA. - ¿Qué significa bueno?
FRASQUITO. – Pues que no está mala.
LOLA. – Si dices que no está mala será
porque te parece buena.
FRASQUITO. – Pues tampoco.
LOLA. – Ya estamos aclárate hijo que no hay
quien te entienda.
FRASQUITO. – Pues eso que no está mala pero
tampoco buena.
LOLA. – Tu lo que pasa es que nunca me
dices nada bueno porque eres un machista.
FRASQUITO. - Ya empezamos otra vez con lo
del machismo.
LOLA. – Bueno, ¿has terminado ya de comer?
FRASQUITO. – Si.
LOLA. – Pues entonces recoge la mesa y
friega los platos.
FRASQUITO. – Mira lo he pensado mejor y
creo que dejaré de ser machista mañana o la semana que viene.
LOLA. - ¿Entonces no piensas fregar los
platos?
FRASQUITO. – No
LOLA. – Muy bien pues entonces yo me hago
feminista y no pienso hacerte la comida, ni la cama, ni servirte una cervecita,
ni rascarte la espalda ni nada de nada.
FRASQUITO. – Pues si tú ya no me vas a
poner la cervecita cuando venga del trabajo, ni ponerme las zapatillas ni
rascarme la espalda mi vida ya no tiene sentido y yo me muero.
LOLA. – ¿Qué tú te vas a morir? ¡No me lo
puedo creer!
FRASQUITO. – Pues ahora mismo me muero,
quita los platos que me voy a morir encima de la mesa.
LOLA. – Quítalos tú que yo me he hecho
feminista y ya no te obedezco.
FRASQUITO. – Esto es el colmo, ¿quién le
habrá metido en la cabeza esas ideas a mi mujer? Bueno pues yo quito los platos
y ahora me muero.
(Quita los platos, se acuesta sobre la mesa
y se hace el muerto)
FRASQUITO. – Ya estoy muerto, que lo sepas.
LOLA. - ¡Ja, ja, ja! Me río yo de este
muerto.
FRASQUITO. – Pues no te rías que es verdad.
LOLA. – Si es verdad que estás muerto ¿por
qué hablas? Los muertos no hablan.
FRASQUITO. – Es verdad. Pues ahora mismo me
callo para siempre.
LOLA. – Vale pues yo ahora me pongo a
cantar y a bailar de la alegría que me da de que te hayas muerto. (Se pone a
cantar poropopo poroporopopero)
FRASQUITO. – ¿No te da vergüenza?
LOLA. - ¿De qué?
FRASQUITO. – De que se haya muerto tu
marido y tú te pongas a cantar tan tranquila. Deberías ponerte a llorar.
LOLA. – Pues ya ves, no lloro y además me
río. Además como no te callas pues no se me mete en la cabeza de que estás
muerto.
FRASQUITO. – Es que siempre se me olvida de
que me he muerto. Tengo muy mala memoria pero ahora ya me callo.
LOLA. – Lo que tú tienes es mucha cara.
FRASQUITO. – (Hace un gesto SSSSSSSSSSSSSS)
No me tires de la lengua que estoy muerto.
LOLA. - ¿Vas a seguir muerto todo el día?
FRASQUITO. – Sí y deja de hablarme ya de
una vez es que ya no puede uno ni morirse tranquilo.
LOLA. – Muy bien pues entonces voy a avisar
al médico para que firme el certificado de defunción.
FRASQUITO. – (Hace un gesto de que lo deje
en paz)
LOLA. – (Hace como que llama por teléfono)
¿Es usted el médico? Pues entonces haga el favor de venir a mi casa que se ha
muerto mi marido.
(Sube el médico al escenario)
NARRADORA. – A los cinco minutos llegó el
médico diciendo que tenía mucha prisa.
MÉDICO. - ¡Buenos días señora! Dígame donde
está el muerto que yo tengo mucha prisa.
LOLA. – Está ahí sobre la mesa. Mírelo.
MÉDICO. – Un muerto sobre la mesa del
comedor. ¡Qué raro! Dígame ¿qué le pasó? ¿De qué se ha muerto?
LOLA. – De nada. Solo dijo que se moría y
se murió.
MÉDICO. – Le habrá dado un ataque al
corazón, pero esto es muy raro, no tiene cara de muerto.
LOLA. – Pues eso digo yo pero lo he llamado
para que certifique que está muerto.
MÉDICO. – Antes tengo que comprobarlo.
Vamos a ver. (Le levanta un brazo y se le cae, le levanta una pierna y también
se le cae) Si parece que está muerto. Voy a hacerle otra prueba. (Se acerca al
oído del muerto y le dice)
¡Marrano, pedorro, cabezón!
(El muerto no dice nada)
Si, parece que está muerto de verdad. Voy a
firmar el certificado de defunción. Tenga usted. Son cien euros.
LOLA. - ¡Que caro! ¿Tanto cuesta morirse?
MÉDICO. – Si señora que se ha puesto muy
cara la vida y también la muerte.
LOLA. – Pues tenga usted. ( Le da el dinero
y se despide el médico)
MÉDICO. - ¡Adiós! Señora le doy mi más
sentido pésame!
NARRADORA. – Cuando se fue el médico Lola
intentó de nuevo convencer a su marido para que dejara de hacerse el muerto.
LOLA. – Mira lo que has hecho, cabezón que
eres un cabezón, tu muerte me ha costado ya cien euros. Deja ya de hacer el
tonto y ponte a fregar los platos.
FRASQUITO. – De eso nada prefiero seguir
muerto.
LOLA. – Mira que aviso a la funeraria.
FRASQUITO. – Pues avísala, me da lo mismo.
LOLA. – Ahora mismo aviso a los de la
funeraria voy a llamar por teléfono. (Hace como que llama por teléfono) ¿Es ahí
la funeraria? Pues entonces vengan a mi casa que tengo un muerto y lo tienen
que llevar al cementerio.
(Viene el de la funeraria)
NARRADORA. – A los pocos minutos llegó el
funerario para tomar nota de todos los detalles para el funeral.
FUNERARIO. - ¡Buenos días señora! Soy de la
funeraria “El muerto alegre” ¿Dónde está el muerto?
LOLA. – Está aquí sobre la mesa. Mírelo.
(El de la funeraria examina al muerto)
FUNERARIO. – Vaya es la primera vez que veo
un muerto en la mesa del comedor. ¿Cómo fue eso?
LOLA. – Pues nada que le entró prisa por
morirse y se murió aquí en la mesa que no quiso ni meterse en la cama.
FUNERARIO. - El caso es que tampoco tiene
mucha cara de muerto. ¿De qué murió?
LOLA. – De nada. Se encabezonó que quería
morirse y se murió tal cual.
FUNERARIO. – Hay que ser cabezón y tonto de
capirote pero bueno allá él. Vamos al asunto. ¿Cómo quiere el ataúd?
LOLA. – El más barato que tenga.
FUNERARIO. – Entonces uno de cartón ¿Quiere
que le pongamos alguna corona de flores?
LOLA. – Ninguna. Solo quiero que le pongan
un letrero encima del ataúd.
FUNERARIO. - ¿Y qué quiere que pongamos en
el letrero?
LOLA. – Quiero que pongan. “Murió por
machista y por no querer fregar los platos”
FUNERARIO. – Muy bien señora. Otra cosa.
¿Qué coche fúnebre quiere que le mandemos? Una limusina, un mercedes, un
seiscientos…
LOLA. – Quiero lo más barato que tengan.
FUNERARIO. – Lo más barato que tenemos es
una carretilla pero es chica y se le salen las piernas fuera al muerto.
LOLA. – Es igual él no se entera de nada,
mándeme la carretilla.
FUNERARIO. – Bueno señora, dentro de un
momento recibirá usted el pedido y vendremos a llevarnos al muerto. Reciba
usted mi más sentido pésame. ¡Adiós!
(Sale del escenario el funerario)
NARRADORA. – Cuando se fue el funerario
Frasquito se volvió a pelear con su mujer.
FRASQUITO. - ¿No te da vergüenza?
LOLA. - ¿De qué?
FRASQUITO. – De encargar una carretilla para
que me lleven al cementerio. Creo que me merezco por lo menos un mercedes.
LOLA. – Me da la misma vergüenza que te da
a ti morirte por no fregar los platos.
FRASQUITO. – Toda la vida trabajando para
que te lleven al cementerio en una carretilla, a esto no hay derecho.
LOLA. – Pues no te mueras y así no tendrán
que llevarte en la carretilla.
FRASQUITO. – ¿Si resucito tendré que fregar
los platos?
LOLA. – Pues claro. Eso lo primero y luego
me tendrás que ayudar a limpiar la casa, poner la lavadora y planchar la ropa
que es lo que más me cuesta.
FRASQUITO. – Calla, calla, no sigas
prefiero seguir muerto.
NARRADORA. – En este preciso momento
llamaron a la puerta, eran dos hombres amigos de Frasquito que se habían
enterado de que se había muerto y venían a darle el pésame a la viuda.
AMIGO I. – Buenos días Lola nos hemos
enterado que Frasquito se ha muerto y hemos venido a darte el pésame.
LOLA. – Muchas gracias por venir.
AMIGO II. – ¿Podemos ver a Frasquito?
LOLA. – Si pasad, está aquí encima de la
mesa.
AMIGO I. - ¿Y por qué está aquí encima de
la mesa?
LOLA. – Porque le entró tanta prisa por
morirse que no quiso irse a la cama.
AMIGO II. – ¿Y de qué enfermedad murió?
LOLA. – De ninguna dijo que se moría y se
murió.
AMIGO I. - No me extraña nada Frasquito
siempre fue un caprichoso y un cabezón.
LOLA. – Si y además un machista.
AMIGO II. – Tienes razón, Lola, no te de
pena porque no has perdido gran cosa, lo entierras y te casas con otro y ya
está.
LOLA. Pues eso digo yo que a rey muerto rey
puesto. En cuanto lo entierre esta tarde me voy a la discoteca.
AMIGO I. – Muy bien dicho, si quieres vamos
contigo y celebramos el acontecimiento.
AMIGO II. – Eso y que Frasquito se fastidie
y que se muera de envidia si quiere.
LOLA. – Bueno pues entonces hasta luego,
nos vemos a las doce en la discoteca.
AMIGOS. – ¡Adiós!
NARRADORA. – Un minuto después vinieron a
ver a Lola dos amigas de toda la vida.
AMIGA I. - ¡Hola Lola! Mira que nos hemos
enterado de lo que le ha pasado a tu marido y hemos venido a darte la
enhorabuena.
LOLA. – Querréis decir el pésame.
AMIGA II. – No, queremos decir la
enhorabuena, que nosotras sabíamos como era tu marido y ahora te vas a quedar
como el perro al que le quitan las pulgas.
LOLA. – Pues si amigas, es verdad, estoy
loca de contenta. Como que lo tengo aquí muerto y no me entran ganas de llorar
ni nada.
AMIGA I. – Pues claro y además ahora
tendrás tiempo para venirte con nosotras a marujear por ahí.
AMIGA II. – Eso, si quieres esta misma
tarde nos vamos de compras las tres al Corte Inglés.
LOLA. – No puedo, me tengo que quedar para
llorar un poquito durante el entierro.
AMIGA I. - ¡Qué dices! Este no se merece ni
que lo llores un segundo ya se encargarán de enterrarlo los de la funeraria.
AMIGA II. – Eso, tu te vienes con nosotras
y lo dejas ahí solo.
LOLA. – Pues tenéis razón me voy con
vosotras, esperarme ahí fuera en la calle que me voy a poner los zapatos de
tacón y a pintarme los labios.
(Salen las amigas de Lola)
NARRADORA. – A estas alturas el muerto ya
se estaba preocupando un poco.
FRASQUITO. – Lola, ven aquí, ¿qué es eso
que estoy oyendo de que te vas con tus amigas al Corte Inglés?
LOLA. – Pues la verdad, que ahora me voy al
Corte Inglés y después a la discoteca con tus amigos.
FRASQUITO. - ¿Y no vas a venir a mi
entierro?
LOLA. – No porque no te lo mereces por
machista y por cabezón.
FRASQUITO. – Desde luego si no lo veo no lo
creo.
LOLA. – Pues si no te gusta todavía estás a
tiempo, resucitas, friegas los platos y en paz.
FRASQUITO. – Pues no quiero fregar los
platos.
LOLA. – Pues entonces a callar.
NARRADORA. – En este momento llegaron los
padres de Lola.
FRASQUITO. – Lo que me faltaba, ahora
vienen mis suegros.
SUEGRA. – Hija mía que nos hemos enterado
que se ha muerto el cabezón de tu marido y hemos venido corriendo.
SUEGRO. – Si y hemos traído una botella de
champán para celebrarlo, ¿Estarás contenta de que por fin vuelves a estar
soltera, no?
LOLA. – Si claro.
SUEGRA. – Y como dice tu padre, no has
perdido nada, porque además creo que Frasquito era un machista.
LOLA. – Si, era un machista y se ha muerto
porque no ha querido fregar los platos.
SUEGRO. – Pues ahora que está muerto y no
se entera voy a tirarle de las orejas que tenía yo ganas desde hace mucho
tiempo.
SUEGRA. – Y yo voy a decirle cuatro cosas
que también tenía ganas de decirle.
FRASQUITO. - ¡Alto ahí! Ustedes ni me tiran
de las orejas ni me van a decir nada.
SUEGRO. – Pero bueno, ¿no estabas muerto?
FRASQUITO. – Estaba pero acabo de
resucitar.
SUEGRA. – Pues vaya mala suerte, vámonos a
nuestra casa, se acabó la fiesta.
LOLA. - ¡Un momento! No os vayáis todavía.
Esto tiene que aclararse.
SUEGRO. – Qué es lo que se va a aclarar ¿si
tu marido ya no está muerto?
LOLA. – Quiero hacerle una pregunta.
FRASQUITO. - ¿Qué me quieres preguntar?
LOLA. - ¿Vas a dejar de ser machista y vas
a fregar los platos?
FRASQUITO. – Si y además te voy a ayudar en
todas las demás tareas.
LOLA. – Muy bien así me gusta y ahora para
celebrarlo tu y yo nos vamos al cine.
FRASQUITO. – Y además le diré a todos que
te llamen Dolores de Cuellar y Bustamente en vez de Lola la de Frasquito.
LOLA. – Pues hala vámonos todos y colorín
colorado el teatro ha terminado.
NARRADORA. - Alzó la vara el comisario para dar a Pasamonte un castigo en respuesta a sus amenazas; mas D. Quijote se puso en medio y ...
DON QUIJOTE. - De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer, no os dan mucho gusto, y que vais a ellas muy de mala gana, quiero rogar a estos señores guardas que sean servidos de desataros y dejaros ir en paz.
GUARDIA II. - ¡Donosa majadería! ¡Mira con lo que ha salido al cabo el rato! Que soltemos a los que van presos. ¡Váyase señor su camino adelante y no ande buscando tres pies al gato!
NARRADORA. - Oyendo estas palabras Don Quijote se enfadó tanto que arremetió al guardia que las había dicho.
DON QUIJOTE. - Vos sois el gato, el rato y el bellaco. Toma (Le da con la lanza)
GUARDIA II. - ¡Ay mi cabeza! ¡Guardas, venid a mí, socorredme!
NARRADORA. - Los otros guardias vinieron corriendo a socorrerlo abandonando el cuidado de los presos lo que aprovecharon estos para soltarse ellos y soltar a Ginés de Pasamonte, el cual viéndose libre tomó la escopeta de uno de los guardas y apuntando a unos y señalando a otros, sin dispararla los hizo huir a todos quedando así todos libres en el campo.
GALEOTE I . - ¡Viva, libres somos!
GALEOTE II. - Huyamos y escondámonos en la espesura de la sierra.
GALEOTE III. No mejor será que nos separemos y nos vayamos cada uno por su lado.
DON QUIJOTE. - Un momento. ¡Cállense todos! ¡Párense todos y escuchen lo que he de decirles.
NARRADORA. - Ante las voces dadas por Don Quijote todos se quedaron en silencio y lo escucharon.
DON QUIJOTE. - De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben. Es mi voluntad que cargados con esas cadenas que quité de vuestros cuellos vayáis a la ciudad del Toboso y os presentéis ante la señora Dulcinea del Toboso y le contéis punto por punto los favores que de mí habéis recibido.
NARRADORA. - Al punto Ginés de Pasamonte tomó el mando del grupo de presos y contestó a don Quijote.
QUINTO GALEOTE. - Lo que vuestra merced nos manda es imposible de toda imposibilidad cumplirlo, porque si vamos juntos por los caminos y con las cadenas como vuestra merced dice pronto echarían de ver que éramos fugitivos y volverían a cogernos presos. Dese por contento con dos o tres padresnuestros y avemarías que nosotros rezaremos y en paz.
DON QUIJOTE. - Pues cómo en paz. ¡voto a tal! que habéis de ir como os he dicho y además vos con el rabo entre las piernas y toda la cadena a cuestas.
NARRADORA. - Oído esto Ginés de Pasamonte hizo señas a los demás y comenzaron a apedrear a D. Quijote dejándole malherido.
GALEOTE V. - Está loco y nosotros no vamos a ir al Toboso ¡Apedrearlo!
GALEOTE I. - Eso es. No vamos a ir a ningún sitio. Toma una pedrá de recuerdo. (Le tira una bola de papel como si fuera una piedra)
GALEOTE II. - Y esta otra por mí. (Le tira otra piedra)
GALEOTE III. - Sí. Toma y esta por Dulcinea. (Le tira otra piedra)
(Todos le tiran piedras y le dan voces)
GALEOTES. - Toma que estas más loco que una cabra. Toma por mentecato. etc
NARRADORA. - y así fue que llovieron sobre ellos tantas piedras y guijarros que solos quedaron jumento y Rocinante, Sancho y Don Quijote. Rocinante tendido junto a su amo, que también había caído de otra pedrada. Sancho en pelota puesto que le habían robado los pantalones y D. Quijote mosqueadísimo de verse tan mal parado por los mismos a quien tanto bien había hecho.
FIN
DECORACIÓN DEL ESCENARIO.
Se puede decorar el frontal del escenario con un mural grande de papel
continuo en el que aparezcan dos rebaños de ovejas situados en sendas colinas
como si fueran avanzando uno hacia el otro.
Los niños que hacen de pastores se pueden colocar al lado del mural como
si formaran parte del dibujo.
PERSONAJES:
D. QUIJOTE. - Niño alto y delgado disfrazado de Quijote
SANCHO PANZA. - Niño bajo y gordito disfrazado de Sancho.
TRES PASTORES. - Niños disfrazados de pastores parecidos a los
pastorcillos de navidad. Con zamarras, zurrones, sombreros cayados etc.
OVEJAS. - Cuatro o cinco niñas disfrazadas de ovejas.
DURACIÓN APROXIMADA. Quince minutos.
ACTO I
En estas iban don Quijote y Sancho conversando amigablemente, Caballeros
los dos de sus respectivas cabalgaduras cuando D. Quijote vio que que por
delante de ellos y hacia la mano derecha se movía una gran polvareda y en
viéndola se volvió a Sancho y le dijo:
DON QUIJOTE. - Te digo Sancho que este será el día en que se verá el
valor de mi brazo.
SANCHO. - ¿Por qué dice eso vuestra merced?
DON QUIJOTE. - ¿Acaso no ves esa nube de polvo que se mueve por allí?
SANCHO. - ¿No he de verla? Claro que la veo.
DON QUIJOTE. - Pues has de saber que esa nube de polvo está
ocasionada por un poderosísimo ejército que sin duda está presto a la batalla.
SANCHO. - Pues digo yo que en ese caso deben ser dos los ejércitos pues
por este otro lado se deja ver otra nube de polvo más.
NARRADORA. - Se fijó D. Quijote por donde le decía Sancho y
efectivamente comprobó que otra gran nube de polvo se acercaba en dirección a
la primera y dijo:
DON QUIJOTE. - (Hace gestos de que ve las dos nubes de polvo señalando
hacia los dos lados) - Dices bien amigo Sancho. Dos son los ejércitos que a lo
que veo se han de enfrentar en descomunal batalla.
NARRADORA. - Así que la polvareda se fue aclarando Sancho se dio cuenta
que lo que había causado tanto polvo eran dos rebaños de ovejas que venían
andando uno hacia el otro y así se lo hizo saber a su amo D. Quijote.
SANCHO. - Repare vuestra merced que lo que levanta la polvareda no son
ejércitos sino rebaños.
(Los niños que hacen de ovejas empiezan a balar, los que hacen de
pastores dan voces a las ovejas y los que hacen de perros ladran. Se forma un
tumulto de gritos, balidos y ladridos)
DON QUIJOTE. - ¿Qué rebaños dices? Acaso no oyes los gritos de los
soldados. (Se calla y hace señas a Sancho para que escuche. Los que hacen de
ovejas balan) ¿Lo oyes ahora? ¿Y las arengas y órdenes de sus capitanes y
jefes? (Se calla y hace lo mismo que antes. Ahora los pastores dan voces a las
ovejas)
PASTOR I. - ¡Oveja merina no te salgas del camino!
PASTOR II. - Ríaa oveja.
PASTOR III. - Ría carnero.
PASTOR. I. - Detén tus ovejas que se van a juntar con las mías.
SANCHO. - Pues yo le digo señor que no oigo otra cosa que a pastores
dando voces a sus ovejas.
DON QUIJOTE. - Sin duda amigo Sancho el miedo te turba los sentidos y te
hace ver y oir cosas que en nada se parecen a la realidad.
SANCHO. - No se yo si será eso así.
DON QUIJOTE. - Acaso no ves allí al valeroso Supermán el que volaba como
pájaro y con solo una mano detenía rayos y centellas.
SANCHO PANZA. - Pues no veo sino un carnero.
DON QUIJOTE. - Y por aquesta otra parte no distingues al valeroso hombre
Araña colgando de sus hilos y avanzando ya dispuesto a la lucha.
SANCHO PANZA. - Hombre Araña decís pues yo no veo otra cosa que un
pastor al lado de su perro.
DON QUIJOTE. - Y por el otro ejército ¿Acaso no vislumbras las barbas
del malísimo Bin Laden odiado y temido de todos?
SANCHO PANZA. -
DON QUIJOTE. - Tantas ganas tengo de entrar en batalla que aunque veo
por allí muchos cientos de famosos y esforzados caballeros doy por terminado su
nombramiento y ya me apresuro a entrar en combate. Pues se que este será un
gran día y estos caballeros presto conocerán el valor de mi brazo.
NARRADORA. - Viendo Sancho que ya era de todo punto imposible
convencerlo de que lo que iba a atacar no eran ejércitos sino rebaños.
Resignose al destino hízose a un lado y dejole marchar no sin antes advertirle
por última vez.
SANCHO PANZA. - Vuelva aca desdichado de mí y de la madre que me parió.
Vuelva y mire que no son gigantes ni Supermanes ni Binladen ni nada que se le
parezca sino ovejas y carneros.
DON QUIJOTE. - Allá voy. Caballeros que seguís bajo la bandera del
valeroso Supermán del arremangado brazo. Seguidme todos veréis como os ayudo a
derrotar a vuestros enemigos.
NARRADORA. - Y diciendo esto se adentró en medio de los rebaños dando
lanzadas por aquí y por alla con tanta fuerza que al momento dejó en el campo
no menos de siete ovejas muertas. Los pastores le daban voces diciendo que no
hiciera eso pero de nada servían sus palabras.
PASTOR I. - ¿Pero qué hace vuestra merced? ¿es que se ha vuelto loco?
PASTOR II. - ¡Deja las ovejas desgraciao! ¡Que me vas a buscar la
ruina!
PASTOR III. -¡Para! ¡Detente! ¡Vamos a tirarle piedras que nos mata
todas las ovejas!
DON QUIJOTE. - ¡Malandrines! No huyáis que un solo caballero os
derrotará a todos.
NARRADORA. - Los pastores al ver que no hacía caso comenzaron a tirarle
piedras hasta que consiguieron tirarlo del caballo.
(Los pastores le tiran bolas de papel como si fueran piedras)
PASTOR I. - Toma esta pedrá.
PASTOR II. - A ver si te gusta esta peladilla.
DON QUIJOTE. - ¡Ay mis costillas! ¡Muerto soy voy a tomar un poco de
medicina milagrosa.
PASTOR III. - Toma en toda la boca.
DON QUIJOTE. - (Cayéndose al suelo) ¡Ay mis dientes! Por lo menos me ha
arrancao tres o cuatro.
NARRADORA. - Y era verdad aquella pedrada que le había dado en la boca
le había arrancado tres dientes y cuatro muelas. Acudió Sancho y le ayudó a
levantarse.
SANCHO PANZA. - ¿No le dije a vuestra merced veinte veces que no eran
ejércitos sino rebaños?
DON QUIJOTE. - Calla Sancho. Todo esto es obra de aquel sabio enemigo
mío que envidioso de la fama que yo iba a coger ha convertido a los ejércitos
en rebaños.
SANCHO PANZA. - No sé, no sé.
DON QUIJOTE. - Es verdad lo que yo te digo y si quieres convencerte solo
tienes que ir detrás de ellos y esconderte detrás de aquella colina y verás
como de aquí a un rato otra vez se vuelven a convertir en ejércitos.
FIN
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