LOS ANIMALES DEL PARAÍSO
Autor: José Luis Marqués Lledó
Acto I
Escena I
Al abrirse el telón aparece un personaje (Narrador I) ,
que parece estar leyendo un libro (una Biblia). Pasa las hojas hacia delante y
hacia detrás con gran nerviosismo, como si buscara algo en concreto. Como no lo
encuentra se dirige al público con cara de contrariedad:
Narrador I: - Por más que lo busco no lo
encuentro y con esta Biblia, me he leído unas 80, de distintas versiones,
confesiones, editoriales, e idiomas y en ninguna cuentan lo que les pasó a los
animalitos, después de que el hombre fuera
expulsado del paraíso. (Haciendo
una pregunta retórica) - ¿Ustedes lo saben? No, claro, naturalmente que no
lo saben ¿Cómo lo habrían de saber?
El hombre fue castigado con la expulsión, por el pecado
que todos arrastramos, y condenado
a ganarse el pan con el sudor de su
frente, pero naturalmente, los animales nada habían hecho ¿Por qué no aparece
en este libro?
Narrador II: (Saliendo
al escenario con otra Biblia en la mano) - Yo sí lo sé.
Narrador I: -¿Quién eres tú y qué es lo que
sabes?
Narrador II:
(Presumiendo) - Yo soy el verdadero narrador de esta historia y sé perfectamente lo que
les pasó a todos los animales del paraíso.
Narrador I: - Imposible, tú eres un
impostor. Yo soy el verdadero narrador. Yo he dado tres veces la vuelta al
Mundo, me he recorrido 300 iglesias, 80 catedrales 60 basílicas y 2000
bibliotecas y no he encontrado ni una sola referencia a esa historia.
Narrador II: -Porque tú eres solo un
humilde Cuentacuentos, llana y
simplemente, no eres investigador como yo. -(Con aires de superioridad) – No sabes investigar.
Narrador I: -¡Mequetrefe, presumido! ¿Qué
has hecho tú, que no haya hecho yo? ¡Eh! ¡Dinos!
Narrador II: -Lo principal es ir a la fuente
de la información, como he ido yo, ir a los lugares donde reside esta
historia, pasada de padres a hijos, desde el origen del Mundo. -Anda chúpate esa!
Narrador I: - ¿Adónde has ido tú si puede
saberse? (Intentando ridiculizarle)
Narrador II: - Pues mientras tú visitabas
iglesias, basílicas, catedrales y bibliotecas y te leías no sé cuantas Biblias,
yo visitaba los 5 océanos de la
Tierra , 800 mares, 200 selvas, 1256 bosques y 30000 granjas
¿Qué pasa tío? (Con chulería)
Narrador I: - Está bien y ¿has encontrado la
explicación? ¿Te han contado lo que sucedió de verdad? ¡Cuéntanoslo de una vez!
Narrador II: - ¿Cómo dices? ¿Qué os la
cuente? ¡Así por el morro! Con el trabajo que me ha costado a mí localizarla,
os la voy a contar sin más. ¡De eso nada! ¿Dónde están los derechos de autor?
¿Quién me paga mi copyright? ¿Tú? - (Volviéndose de espaldas).
Narrador I: - Venga, no te hagas de rogar,
que sabemos perfectamente que te encanta chupar cámara.
Narrador II: - ¡Qué no! ¡Qué te digo que no!
Éste es mi secreto y no lo compartiré con nadie. (Gritando)
Narrador I: - ¡Anda monín, comparte tus
descubrimientos científicos con nosotros! Te daré mil rupias.
Narrador II: -¡Bah! Por mil rupias ni abro
el libro.
Narrador I: -¡Pero qué interesado eres! Dos
mil rupias.
Narrador II: -¡Cuatro mil!
Narrador I: -¡Tres mil!
Narrador II: -¡Tres mil quinientas!
Narrador I: -¡Hecho!
Narrador II: -¡Vale! Pero pongo una
condición.
Narrador I: ¿Qué condición?
Narrador II: que tú te largues de aquí. Yo
tengo que ser el único narrador de esta historia.- (Dándole la espalda y poniendo cara interesante)
Narrador I: -Ya sabía yo que lo que querías
era liquidarme, porque eres un presuntuoso. Está bien, yo me marcho y te dejo
como único narrador, pero como al final descubra que nos has engañado y que tu
narración, no tiene ni pies ni cabeza, te echaré del escenario a patadas. Me
voy al patio de butacas y me convertiré en un espectador más, pero te estaré
vigilando. -(El Narrador I, baja al
lugar que ocupen los espectadores con cara de pocos amigos, gesticulando contra
el narrador II)
Narrador II:
(Dirigiéndose al público) - Ya era hora. No os aflijáis, amigos míos, era un narrador mediocre, sin
personalidad, no tenía categoría para contar esta historia, sin embargo yo… (Presumiendo exageradamente) – Yo soy el
más grande, el magnífico, el admirado súper narrador.
Narrador I: (Dando un grito desde el patio de butacas) - ¡Vamos al grano y
empieza de una vez!
Narrador II:
(Carraspeando) – Bueno, ejem, comencemos. (Abriendo
su libro) -Cuando Dios echó a la primera pareja humana del paraíso, puso
dos Ángeles en la puerta con sendas espadas llameantes. Naturalmente cada día
cambiaban de Ángeles porque tenían que ir al hospital del Paraíso a curarse las
quemaduras, pero como tenían muchos Ángeles, pues apenas se notaba…Ocurrió que
como los animalitos no habían pecado, pues no fueron expulsados -(Se oscurece el escenario, desaparece
Narrador II y comienza la segunda escena).
oooOOOooo
Escena II
Escena II
El Buen Dios: (Voz en Off) Se Reúnen en la explanada del paraíso a todos
los animales) - Queridos animalitos, ¿vosotros sabéis por qué he expulsado
a esa pareja de humanos que convivían con vosotros? Pues los he expulsado por
ignorantes, por lelos y por dejarse tentar. Les prohibí comer del árbol que
está en medio de esta explanada ¿Lo veis? - (Señalando a un único árbol que se divisa en esa zona del Paraíso y que
se verá con claridad en el decorado)
Todos los animales: - ¡Siii!
El Buen Dios: - ¿Vosotros veis que tenga
algo de especial?
Todos los animales:
-¡Nooo!
El Buen Dios: - Naturalmente que no, es un
árbol como otro cualquiera, que tiene frutas, claro. Ciertamente, unas están
bien y otras están mal. Pues ellos entendieron que era el árbol de la ciencia
del bien y del mal. Además de tontos, sordos. Se llenaron de avaricia y se
pusieron como el kiko a comer manzanas de ese árbol precisamente, cuando las
podían haber cogido de los diez mil cuatrocientos manzanos que existen en el
paraíso. Naturalmente coger las manzanas de ese árbol, lo tenían prohibido; un
simple capricho, pero lo tenían prohibido para que me demostraran su fidelidad
y su obediencia. Pues, ¡Hala!, los tuve que largar. Así que ahora os quedaréis
vosotros solos disfrutando de estas maravillas.
El cocodrilo: - ¿Y a nosotros no nos
pondrás ninguna condición? -(Con voz de
lelo)
El Buen Dios: (Con voz de ultratumba o
produciendo el Efecto ECO)) - Sí, naturalmente, es mi obligación. Tengo que poneros una
condición, pero será muy sencillita. Aquí tenéis todo tipo de plantas, salvajes
y amistosas. De todas podéis comer. ¡Hombre, comer un poquito más de las
salvajes naturalmente, las otras son amistosas y estaría muy mal que os las
comieseis! Les jugaríais una mala pasada. ¡No sería muy ético! Pero bueno, eso
lo decidís vosotros. Lo único que no podéis hacer jamás, (pausa) es comeros los unos a los otros. - (Si es posible se debe hacer sonar un trueno)
Todos los animales:
(Protestando):
- ¡Qué horror! ¡Qué asco! ¡Comerme yo a éste! Con lo soso que es. Jamás, jamás.
Me darían arcadas.
El Buen Dios: (Con voz lúgubre) - ¡Está bien! ¡Está bien!
¡Así me gusta que os tengáis respeto! – Bueno, sólo me queda deciros que si
alguno de vosotros incumple esta norma, seguirá los mismos pasos de los humanos.
Será echado del paraíso. ¿Habéis comprendido?
El León: (Erigiéndose en portavoz) -¡Naturalmente, no somos tontos! - (Dándoselas de listo y mirando
a todos)
La cebra:
(Cuchicheándole a la Jirafa
): - ¡Éste
se las da de Rey! Se le nota en la melena y me da la mosca en la oreja que no
me voy a llevar muy bien con él.
Jirafa: - Yo tampoco, no me gustan
los engreídos que van por la vida con el cuello estirado. Se lo tiene muy
creído.
El Buen Dios: -¡Bien, se levanta la sesión!
oooOOOooo
Escena III
Escena III
(Se oscurece el
escenario y comienza la
Tercera escena. En ella se encuentran en una rotonda: la
pantera, el cocodrilo, el elefante y el oso hormiguero)
El elefante:- ¡Claro! Como nacemos y no
morimos, pues crecemos y crecemos, en número quiero decir- (mirando al oso hormiguero)- y el paraíso está ya saturado. Ya no
hay sitio donde aparcar nuestro cuerpo.
El cocodrilo: -¡Vaya! Ni en doble fila
Oso hormiguero: -¿Y el baño? ¿Cómo se ha
puesto el baño? Esta mañana de domingo, me he ido con la familia a pasar el día
al río Tigris y me he tenido que volver. No se veía ni el agua.
Cocodrilo: -¿Qué me vas a contar? Yo
que vivía tan feliz, tan a gusto dentro del agua de los ríos; lo mismo me iba
al Tigris que al Eúfrates y disfrutaba chapoteando en el agua con mi mujer y
mis hijos y ahora tenemos que vivir en los árboles.
Elefante: - ¡Ah! Pues da gracias,
porque yo me he tenido que ir a una ciénaga llena de bichitos, que no nos hacen
nada por lo que dijo el Buen Dios, pero son muy molestos. Los mosquitos
trompeteros, se pasan la noche tocando la trompeta y como no pueden picar a
nadie, pues lo hacen con más mala… ¡Ya me entendéis!
(Aparece la serpiente)
Serpiente:
(Silbando en las palabras acabadas en el fonema S) -¡Hola colegas! ¿Estáis confabulando contra el Buen Dios,
eh? ¡Qué os he pillao!
Oso hormiguero: - ¡Nosotros! Eso, tú que
eres una tentadora. Márchate de aquí, que no queremos nada contigo.
Serpiente: (Silbando en las palabras acabadas en el fonema S) -Pues
peor para vosotros, yo tengo la solución a todos vuestros problemas
Cocodrilo: - ¡Cuidado hermanos, que
ésta ya nos está tentando!
Serpiente: (Silbando en las palabras acabadas en el fonema S) -¡No!
Yo no os tiento, pero sólo pensar en lo felices que éramos al principio cuando
sólo había unos pocos animales en el paraíso. Yo sólo os digo que si la
población disminuyera a la cuarta parte y el índice de natalidad bajara dos
puntos y el de mortalidad, aumentara seis, pues el crecimiento vegetativo no
cabe la menor duda que se reduciría drásticamente ¿Me habéis entendido?
Todos (Mirando con la boca abierta): - Nooo
Serpiente (Reptando
hacia el interior del paraíso): - No se puede tratar con ignorantes.
Pantera: - La verdad es que al
principio, cuando estábamos poquitos, ¡qué tranquilos estábamos!
Elefante (Con
nostalgia)
-Yo podía caminar por cualquier sitio, sin tropezarme con nadie y no como ahora
que debo tener mucho cuidado para no pisar a algún diminuto animalito, y para mí, todos son diminutos, ya que como
yo soy el más grande, a todos los veo
como enanitos y además soy un poco miope, ¡claro! - pues desde esta altura a
algunos ni los veo, y si los piso y los mato aunque sea sin querer, pues ¡Hala!
¡A freír espárragos! ¡Tarjeta roja y expulsión!
Cocodrilo: - Y yo que podía retozar en
cualquier río, sin pedir permiso para bañarme, que esto se parece cada día más
a Torrevieja.
Oso hormiguero: - ¿Y qué podemos hacer? No
se me ocurre nada.
Narrador II
(Aparece fugazmente y se dirige al público) - El aguijón de la tentación ya
les había picado. La serpiente había logrado su objetivo. - (Con voz misteriosa)
Pantera: - ¡Hombre! A mi se me ocurre
que si nos comiésemos a…
Elefante: -¡Ni se te ocurra! ¿No
recuerdas la advertencia del Buen Dios?
Pantera: -Pero si lo hacemos con
sigilo en lo más intrincado del paraíso.(pensando) -Por ejemplo: Hoy un animalito que me como
yo, (pausa) - mañana otro que te comes tú, (nueva pausa), - al otro día otro que se
come éste. Pues ¿Quién lo va a saber? No dejamos ni los huesos. Nos lo zampamos
y listo.
Oso hormiguero: (retirándose poco a poco) - ¡Qué crueles sois! ¿No tenéis compasión de vuestros
colegas?
Todos (Terminando la escena y persiguiendo amenazadoramente al oso)) –
Nooo
(Se oscurece el escenario antes de comenzar la cuarta escena)
oooOOOooo
Escena IV
Escena IV
Narrador II: - Poco a poco la serpiente fue
visitando todos los rincones del Paraíso terrenal. En esta ocasión visitó el
rincón de los insectos, fue reptando sigilosamente por un árbol muy viejo que
tenía más de cien años - (En el paraíso
el tiempo pasaba muy deprisa -), y se dispuso a escuchar la conversación de
la araña, la mosca, la mariposa y una mariquita que andaba por allí como si tal
cosa, queriendo hacer amigas. En ese momento hablaba la mosca.
La araña: - Yo también he pensado
mucho en eso. He pensado en ti - (Dirigiéndose
a la mosca con voz misteriosa y zalamera) - Me causa mucho placer cuando
una mosca, un mosquito o cualquier otro bichito cae en mi tela, pero luego
siento una gran pena cuando os tengo que soltar (Con voz compungida). Me tengo que conformar con comerme los restos
de hojitas, ramitas y todas los “itas” del paraíso. ¡No me gusta nada esa
comida! ¡Qué porquería! - (Poniendo cara
de asco)
Araña: - Cada una fabrica lo que
sabe, peor eres tú que no fabricas nada, ¡No te fasti!
Poco a poco, los
insectos se van separando entre sí desconfiando los unos de los otros
Narrador II:
(aparece fugazmente) – Y así poco a poco, la serpiente, fue engatusando a todos los
animalitos del Paraíso.
oooOOOooo
Se oscurece el escenario
antes de comenzar la quinta escena)
Escena V
La pantera:
(vigilando desde un árbol el movimiento de los animales del paraíso) - ¿Por qué tendré yo hoy unas
ganas locas de comerme a alguien? Ya sé que está prohibido y que me juego la
eternidad, pero hoy especialmente tengo unas ganas…
- Desde que hablamos con la serpiente, cada día noto una
atracción especial hacia cualquier animal de los que pasan por aquí. Por
ejemplo, aquella cebra, ¡qué buena debe estar! Se me hace la boca agua.
La cebra: - Pero a esa hora todos
estamos durmiendo “el letargo”, es muy temprano. ¡A esa hora no habrá ni un
alma por el paraíso!
La pantera: (relamiéndose) - Por eso precisamente, así estaremos solas y nadie
nos molestará querida.
La serpiente:
(sacando su lengua en señal de satisfacción) – Huelo a víctima, ésta ya ha caído en la tentación. Ya
no se libra ni del mal, amén. Soy única, no se me resiste nadie. Primero,
fue aquella ingenua de Eva que se dejaba
engatusar con diez de pipas, y luego el cándido de su marido, de Adán,
que a cambio de un besito de su mujercita, toma manzanazo y expulsión. Y
ahora van a caer todos estos, empezando por la tonta de la pantera. Y luego a
llorar cuando los echan, pero si es que os lo vais buscando, so lelos, os lo
vais buscando, vosotros solitos.
Se apagan las luces
y después aparecen la araña, la mosca, la mariposa y la mariquita.
La araña:
(Canturreando) - ¡Mariquita! ¡Mariquita! Ponte el velo y vete a misa, mariquita, mariquita…
La araña: - Ven aquí, mujer, no te
enfades; era sólo una broma. ¡Cómo te pones!
Al momento, también
caen las mariposas, que agitan sus alas desesperadamente desprendiendo
todo el polvillo multicolor de sus alas.
Todas: - ¡Hala! ¡Hala! Moved las
alas para otro lado que mira como nos estáis poniendo
oooOOOooo
Escena VI
Escena VI
No muy lejos de
allí se encontraba el cocodrilo caminando hacia el río Tigris
Cocodrilo: - Hoy no he visto ni a la Pantera , ni al elefante
ni al oso hormiguero, así que me voy yo solo al río a ver si hoy puedo
encontrar un hueco y bañarme tranquilo. - Últimamente noto que los parásitos
que eran antes mis inofensivos compañeros, ahora pican de lo lindo. Verás como
los vea el Buen Dios.
El Cocodrilo: - Pero eso no lo puedo hacer
si lo hago el Buen Dios me expulsará a mí y a toda mi familia.
El Cocodrilo: (Cada vez más decidido) – Hombre, visto así. La verdad, es que ya
estoy harto de castañitas, algarrobas, manzanitas pasadas y maíz, demasiado
maíz.
-Todo eso se me
queda en un diente.
El Cocodrilo: (Introduciéndose lentamente en el agua) - ¡Caramba, qué fría está!
Aquí no se ve nada, con el jaleo que arman esos Ñus, han revuelto el fango del fondo y no veo
nada. -Allí parece que veo unas patas. ¡Caray! No eran patas, eran algas
fétidas. Me iré para el otro lado.
El Cocodrilo: - ¡Caramba! Esto es más
difícil de lo que yo creía. Ya me han atizado diez coces y veinte topetazos y
aún no he podido comerme ni a uno solo.
(Pausa) - Hombre, por fin, gracias a que éste se ha
resbalado, lo he podido atenazar con mis poderosos dientes. ¡Ya no te escapas!
¡Qué rico está! ¡Cómo le crujen los huesecitos! ¡Y este riñoncito está exquisito! ¡Lo qué nos hemos perdido durante
la eternidad!
Se oscurece el escenario, mientras se retiran los animales y entra el
Narrador II
oooOOOooo
Escena VII
Escena VII
Narrador II:
(Dirigiéndose al público) - Y así, la serpiente fue tentando a todos y a cada uno de los
animalitos del Paraíso Terrenal, sin quedar ni uno.
- De repente todo el paraíso terrenal. Se quedó a
oscuras. ¿Qué había pasado? ¿El Buen Dios no había pagado la factura de la luz?
¡No! Nada de eso, se había producido un eclipse de Sol; el primer eclipse de
Sol de la historia, y como los
animalitos no sabían que era eso, pues se asustaron muchísimo, y se escondieron rápidamente en sus cuevas, nidos o madrigueras. En ese
preciso instante se oyó la voz profunda del Buen Dios:
El Buen Dios: (Voz en off) - ¿Dónde estáis? (Formando
eco) - ¿Dónde estáis?, estáis, tais, tais ¿Por qué os escondéis? Escondéis,
escondéis, deis, deis ¡Decidme por qué
no os levantáis! Levantáis, tais, tais
Todos los
animalitos: (Canturreando la canción de Mecano, mientras se levantan
perezosamente con posturas exageradas) (Un verso cada animalito)
Hoy no me puedo
levantar,
el fin de semana me dejo fatal.
Toda la noche sin dormir,
bebiendo, comiendo y sin parar de reír
hoy no me puedo levantar.
el fin de semana me dejo fatal.
Toda la noche sin dormir,
bebiendo, comiendo y sin parar de reír
hoy no me puedo levantar.
Nada me puede hacer
andar,
no sé que es lo que debo hacer.
Me duelen las piernas, me duelen los brazos, me duelen los ojos, me duelen las manos.
Hoy no me puedo concentrar
no sé que es lo que debo hacer.
Me duelen las piernas, me duelen los brazos, me duelen los ojos, me duelen las manos.
Hoy no me puedo concentrar
El Buen Dios: (Sale al escenario e interrumpe la canción) - ¿Cómo qué no os podéis
levantar? El que tiene cuerpo para
juergas y cachondeos, lo debe tener para arrimar el hombro al día siguiente.
Así que andando; todo el mundo en pie o mando a mis Ángeles guardianes a por
vosotros.
Todos los animales:
((Lanzando imprecaciones) - ¡Jo, que fastidio! ¡Con lo bien que se estaba en la madriguera!
¡Qué querrá ahora!
El Buen Dios: -Os he reunido aquí a todos
porque me faltan animales; hoy mismo mis ángeles, que son los que llevan mi
contabilidad, han hecho el balance y no les cuadra; Faltan más de ochenta
animalitos en el paraíso. Así que “largando” venga. ¿Dónde están? ¿Dónde los
habéis escondido? O mejor dicho ¿Quiénes se los han comido? Porque no pueden
desaparecer sin más.
El Cocodrilo:
(Mirando para otro lado y soltando la frase). – A lo mejor se han escapado,
a lo mejor estaban hartos del Paraíso Terrenal, a lo mejor se han cansado de
vivir eternamente. (Disculpándose). – No lo digo yo, son murmuraciones del Paraíso. -Lo han dicho
también en el programa “Sucedió aquí” del programa “El Paraíso en directo”
El Buen Dios: - ¡Sí eh! Con tal de mentir,
no sabes que inventar, cocodriliano. ¿Desde cuándo tenemos una televisión en el
Paraíso, eh? (Pausa) Así ¿qué esas tenemos? Pues
el que quiera marcharse que se marche, pero que sepa que luego no puede volver
a entrar.
El Buen Dios: - ¿Tú? ¿Qué has visto dime?
De ti no me fío ni un “ pelo” de mi cabeza.
El Buen Dios:
(Escamado) -
¿Un precio? ¿Qué precio? ¡Habla!
El Buen Dios
(Medita durante unos segundos) - ¡Esta bien! ¡Concedido! Dime lo qué sabes.
La serpiente: - Pues que en tu maravilloso
paraíso, que no es tan maravilloso, se han cometido varios crímenes, mejor
dicho muchos crímenes, tantos crímenes que todos estos animalitos son unos
criminales.
Todos: - (Abuchean a la serpiente y la
llaman “chivata”)
El Buen Dios: (Con cara de espanto) - Eso no puede ser, Yo lo sabría.
El Buen Dios: - Está bien Habla. ¿Qué
crímenes se han cometido?
Todos los animales:
(Exclamando y mirando a la pantera) - ¡oooh!
El Buen Dios: -¿Quién más? ¡Habla!
Todos los animales:
(Exclamando y mirando a la araña) - ¡oooh!
El Buen Dios:
(Indignado)
-¡Continúa!
Todos los animales:
(Exclamando y mirando al cocodrilo) - ¡oooh!
El Cocodrilo: - ¡Chivata! ¡Acusica!
¡Arrastrá! Que eres una arrastrá.
El Buen Dios: -¡Esto es increíble! Cada
uno ha utilizado las cualidades que yo les concedí: la astucia, el ingenio, la
sagacidad, para lo malo, únicamente para
lo malo.
- Está bien, tenéis hasta la puesta de Sol, para recoger
vuestros bártulos y largaros de aquí todos inmediatamente; si no lo hacéis,
mandaré a mis Ángeles, para que os echen del Paraíso a patadas. ¡Vamos, ya
estáis tardando!
El Buen Dios: - Reinarás, como te prometí,
pero lo harás en el reino de los animales inmundos y despiadados, donde habitan
los traidores. ¿Es qué crees que no sé lo que hiciste el último verano?
El Buen Dios: -Por eso, por eso. Tentaste
a los humanos y aunque te eché una buena bronca y te dije que no se volviese a
repetir. Tú ¡hala! En cuanto has tenido ocasión ¡A tentar se ha dicho! Y además
a lo bestia. Antes eras al menos un poco más sutil. Así que todos fuera.
El Buen Dios saca
un pequeño micrófono y da la orden.
El Buen Dios:- ¡Ángeles! Cumplid la misión
(Como si llamara a los Ángeles de
Charlie)
Tres Ángeles: - ¡A sus órdenes, señor! -(Se retiran como si fueran a buscar a
los animales que deben regresar con ellos) -
Todos los animales:
(Exclamando)
- ¡Vaya fastidio! ¡Con lo bien que vivíamos aquí! Y todo por la chivata esa.
¡Ojalá se quede sin patas para el reto de su vida!
Narrador II: - Y dicho y hecho, la
serpiente, perdió las cortas patas que
le sevían para caminar de prisa; el resto de su vida lo tendría que hacer
arrastrando su panza por el suelo.
Todos los animales
van saliendo con grandes sollozos y exclamaciones del escenario. La última en
salir debe ser la serpiente, que lo hará arrastrándose por el suelo. Detrás de
ella, dos ángeles, harán gestos como que
cierran la puerta de un castillo (Sería bueno utilizar un efecto del sonido de
una cerradura vieja y herrumbrosa)
oooOOOooo
Escena VIII
Escena VIII
Epílogo
Narrador II: - Y esto es todo, señoras y
señores; los animales también sucumbieron a la tentación de la malvada
serpiente, la culpable de todos los males que aquejan a los seres vivos. Al
salir del Paraíso Terrenal, todos los animales vivieron el tiempo que la
naturaleza tenía estipulado para cada especie, según las leyes del Buen Dios.
Narrador I: (Subiendo de nuevo al escenario) -Bueno, basta ya, basta ya de
tanta patraña. ¿Cómo hemos podido oír tanta estupidez? En primer lugar ¿Qué es
eso de qué los Ángeles custodios se les quemaban las manos? En segundo lugar
¿Cómo es que el Buen Dios no se enteraba de lo que pasaba en su Paraíso si Dios
lo ve todo? Y en tercer lugar ¿Cómo es que la serpiente habitaba entre los
árboles del paraíso, si Dios la maldijo por lo que había hecho con los humanos
y también había sido expulsada?
Narrador II: -¡Todo tiene explicación!
¡Todo tiene explicación! La serpiente, se había vuelto a colar en el Paraíso
porque era muy astuta. Los dos Ángeles guardianes custodiaban el Paraíso, sí,
pero al menor descuido ¡Zas! Gol por toda la escuadra.
Narrador I: -¡Imposible! ¿Con qué gol por
toda la escuadra, eh? -Yo te voy a dar a ti gol por toda la escuadra. Haber,
enséñame tus credenciales.
Narrador II: -¿Qué credenciales?
Narrador I: - En primer lugar, enséñame
el nombre de la editorial o grupo periodístico al que perteneces.
Narrador II: (Poniendo cara de asombro) - yo, yo, yo, etc. (Titubeando)
Narrador I: Sí hombre, sí. Editorial
Anaya, Diario 16, el grupo PRISA, etc. Tú ya me entiendes, La revista HOLA,
SEMANA…
Narrador II: Pues no sé. Creo que al grupo
editorial “El no va más”, je, je
Narrador I: ¡Qué gracioso! ¿Cómo se titula
la colección de libros que representas?
Narrador II: Se titula, La historia interminable
Narrador I: ¡Pues así os van las cosas,
sin poderlas terminar! ¿Tú sabes a quién represento yo?
-Pues yo represento ni más ni menos que a la Biblia. ¡Enséñame la tuya.
(La observa detenidamente) ¡Ya lo
sabía yo: APÓCRIFA!
Narrador II: (Poniendo cara de asombro) ¿Apo qué?
Narrador I: - Apócrifa, es decir falsa,
más falsa que un billete sin estampas. Mira la mía. ¿Qué pone ahí? LA BÍBLIA , SAGRADAS ESCRITURA.
(Presumiendo)
Narrador II: - Bueno ¿Y qué? Eso también
lo puedo poner yo, pero ¿Y el libro eh? En qué libro cuenta la historia
verdadera?
Narrador I: -¡Mira! Aquí, ¡Berzotas,
aquí! Léelo tú mismo, ignorante.
Narrador II: (Leyendo) GÉNESIS. Aquí pone “Génesis”
Narrador I: Efectivamente. En el Génesis
viene toda la narración que el Buen Dios nos quiso transmitir. ¿Qué título pone
en la tuya? ¿Y el autor? ¡Dime! ¿Quién es el autor de tu historia?
Narrador II: Pues pone. Espera que no me
he traído las gafas de ver de cerca; Creo que pone: La historia envidiable o la
historia inevitable, ¡Ah no! La historia interminable. Y el autor, creo que
pone: Michael Andreas Helmut Ende ¿Y
en el tuyo?
Narrador I: ¡Ah, listo! En mi historia el
autor, está bien clarito y además es bien conocido. Se llama, o mejor dicho, se
llamaba Moisés. ¿Te suena? A qué sí, no
como el tuyo, que no lo conoce ni su padre.
Narrador II: -Sí, algo me suena. Fue el
primer navegante ¿no?
Narrador I (Poniendo cara de incredulidad) -¡Con qué, navegante, eh!
Narrador II: -Sí, navegó en una cesta de
mimbre, pero por poco tiempo porque lo
cogió una princesa que se enamoró de él.
Narrador I: -Está visto que no tienes ni
idea. Moisés, fue el autor del libro del Génesis, so mameluco. ¡Anda quítate de
mi vista, y no vuelvas a pecar! Digo a dudar.
Narrador II: (Se retira, con las manos en posición de oración y pidiendo perdón al
Narrador I) -¡Perdón, perdón, perdón!…
Narrador I: Sí, disculpen a ese
ignorante. Todo lo que os ha contado es una patraña; os ruego que lo perdonéis.
-La verdadera historia es la que yo os he contado. (Se queda escuchando como si le hablaran por
un audífono) - ¡Ah perdón!, me dicen por el pinganillo, que yo no he
contado ninguna. ¡Perdonad!, esta memoria mía,
va de mal en peor. Bueno la que yo os iba a contar, seguro que la sabéis
todos, así que para que os la voy a repetir. Leeros eso del paraíso, Adán y
Eva, la manzana, la serpiente, Caín, Abel y todo lo demás y si lo ordenáis todo
debidamente, seguro que comprenderéis la historia.
- Yo por mi parte, me voy a descansar, que ya me he
cansado bastante con ese ignorante.
(Se va discutiendo
con una imaginaria serpiente) – Qué te digo que no! ¡Qué mi jefe se daría
cuenta! ¡Ya! ¡Ya sé! qué sólo son unos
cuantos euros, pero que yo no me pringo por tan poco, ¡tía!
¡Será pesá la serpiente ésta! ¡Qué lleva todo el día
detrás de mí!. ¡Ya te podías haber quedado en el Paraíso para siempre, guapa!
oooOOOooo
(Se cierra el telón)
FIN
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